LA VALLA

Hoy me he cortado con la cuchilla de afeitar. Ha sido al rasurar de mi rostro los minúsculos pelos que asoman de la noche al día. Lo hago cada mañana (lo de afeitarme quiero decir, no lo de cortarme). El corte ha sido superficial, pero he puesto todo el baño perdido de sangre, mi sangre. La cantidad ha sido tal, que casi me mareo, no tanto por la pérdida de glóbulos como por la visión del rojo intenso de la hemoglobina en contraste con el blanco nuclear del lavabo. No tenía tiritas a mano por lo que el recurso de estamparme pedacitos de papel higiénico por toda la cara ha sido lo más acertado para contener la hemorragia. Entre tanta cura se me ha ido el tiempo de preparar el desayuno en casa y echo un Cristo he bajado al bar a tomar un café con churros antes de ir a la oficina. Entre churro y churro, he leído en la prensa nacional la noticia de la instalación de cuchillas en la valla con la que España pretende aislarse de la humanidad que existe más allá de sus fronteras. Y cuando digo aislarse de la humanidad, no me refiero quienes que vienen de fuera (que también) sino al hecho que nos dignifica con personas. Con las cuchillas de la valla de la frontera, no sólo se van a cortar las venas los inmigrantes que huyen creyendo hallar en España el futuro que se les niega en su país. Esas mismas cuchillas cortarán las cuerdas que atan la ética, la convivencia, la igualdad, la decencia, la dignidad, el respeto, la integridad, la moral, la tolerancia y todos aquellos valores que nos separan del resto de animales que pueblan el planeta (casi siempre más humanos que nosotros). Si la visión de unas gotas de sangre en mi lavabo casi me hacen perder la cabeza, no quiero imaginar el mareo que deberán sentir quienes piensen que la democracia se protege con cuchillas que hacen derramar sangre, la sangre de otros. Aunque pensándolo bien, no debe ser mareo lo que sientan sino más bien que se les ha ido la cabeza, o como diría mi hijo, la pinza.

Hoy voy a llegar tarde al trabajo por culpa de los cortes de la cuchilla de afeitar, aunque habrá quien no llegue a mañana por culpa de las que hay en la valla de Melilla y de la insensatez de quienes piensan que merece castigo buscar una vida mejor. ¿Acaso no es eso lo que queremos todos?

Debería usar maquinilla eléctrica.

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