LOS ROLLING STONES CANTAN GREGORIANO
Esta mañana me ha dado por ir a una misa cantada en gregoriano. El gregoriano no es un idioma sino un estilo musical que sólo puede escucharse en directo dentro de una iglesia o, en su defecto, en el equipo de música de tu casa si te compras el cd con los “greatest hits” de los monjes de Silos tal y como han hecho millones de personas que no pisaban una iglesia desde que tomaron la primera comunión, entre los que me cuento.
Después de mi reencuentro accidental con la fe, he de confesar, que el concierto en directo me ha gustado bastante. No es como cuando vi a los Rolling Stones el año pasado, pero la edad de los monjes se asemejaba bastante a la de Keith Richards. Entre todos ellos debían sumar unos 1.500 años aproximadamente y eso que la congregación sólo está formada por once miembros. Al inicio del show, apareció el primer monje, que no cantaba, pero se encargó de caldear el ambiente (y nunca mejor dicho) bamboleando un incensario a lo largo y ancho del escenario que, en este caso, no era otro que el altar. Por un momento pensé que entre el humo saldría Mick Jagger contoneando sus caderas, pero fueron diez monjes alineados los que hicieron acto de presencia tras la puerta de la sacristía ante el respetuoso silencio de su público más fiel (nuevamente, nunca mejor dicho). Nada que ver como cuando lo hizo morritos Jagger allá por 1982 en el Vicente Calderón donde más de 30.000 almas le elevaron a los altares en cuanto pisó escena vociferando los primeros versos de ese himno generacional llamado “Satisfaction”. Pero volvamos al interior de la iglesia. La niebla provocada por el botafumeiro del anacoreta fue tal, que a uno de los monjes cantantes, imposible de distinguir debido a la niebla, le dio por toser y tuvo que ser retirado a su camerino, perdón, a su celda, al borde de la asfixia total. Recuerdo que a Keith Richards le pasó algo parecido en el año 82, pero creo que fue por causa del humo de los cigarros de marihuana que se había fumado el tío. Una vez disipada la niebla en la iglesia, bajada la intensidad de la luz y creado un silencio sepulcral, comenzó el espectáculo de voces corales. Siempre había oído que las iglesias románicas tienen una acústica impresionante, pero nada mejor para comprobarlo que escuchar una misa cantada en gregoriano. Puedo asegurar que ni el teatro Real tiene tanta calidad sonora a pesar de la millonada que se gastaron en tecnología para que así fuera. Si todo aquel pastón gastado lo hubieran empleado en restaurar el patrimonio que cada día se viene abajo por falta de recursos económicos, estoy convencido que hasta los Rolling Stones habrían estado dispuestos a ofrecer un concierto de los suyos en alguna iglesia románica. Aunque me imagino que al papa Francisco no le haría mucha gracia ver en uno de sus templos a sus satánicas majestades. No vaya a ser que luego hagan un disco y se venda más que el de los monjes de Silos. Válgame Dios.