EL SENTIDO COMÚN HA MUERTO
Hay días en los que te levantas con el pie izquierdo y dejas el sentido común acostado entre las sábanas. Nunca he entendido lo que significa levantarse con el pie izquierdo, pero estoy plenamente convencido de que el sentido común se halla en los pies.
Me explico. De lunes a viernes todos solemos cumplir con nuestra rutina diaria, tanto dentro de casa como fuera de ella. Seguimos a rajatabla el ritual de asearnos, vestirnos, ingerir alimentos energéticos y llevar en nuestro bolsillo al cerrar la puerta todo tipo de “kits” que nos echan una mano cuando lo necesitamos. A saber: Teléfono móvil (con conexión a internet, bluetooth, selección restringida de llamadas entrantes, vibrador incorporado, etcétera, etcétera, etcétera.), iPod (el de mayor capacidad posible para ponernos banda sonora camino del trabajo ), iPad (el más ligero del mercado, pero a su vez el más grande para sacarlo a la vista de todos cuando necesitemos elevar nuestra autoestima aplastada por un comentario desafortunado de alguien a quien consideramos imprescindible) y por supuesto, llaves de casa, del coche, del garaje, de la verja del garaje, del garaje de empresa, de la verja del garaje de empresa, del cajón de la mesa del despacho donde guardamos lo que nadie queremos que vea (ni siquiera nosotros mismos), etcétera, etcétera, etcétera. Gracias a todos estos aparatejos, nuestro sentido común se siente protegido, ya que si el nuestro nos falla en algún momento, siempre podemos recurrir a ellos juntos o por separado, a gusto del consumidor. Aunque nunca hemos de comparar el sentido común que nos viene de serie al venir al mundo con el sentido común de la tecnología, porque a día de hoy, y que yo sepa, no viene incluido de serie ni en mi mundo ni en ningún otro.
Al contrario que ocurre con la expresión referente al pie izquierdo, levantarse con el pie derecho implicaría hacerlo también con todos los “sentidos comunes” alerta. Pero esto tampoco es garantía de nada. Ya que por ejemplo, dejarse olvidado el móvil o las llaves de la verja del garaje de empresa nos indica que al menos uno de ellos ha decidido dormitar “cinco minutitos más”, dejando huérfanos al resto de aparatejos. En realidad no hay mucha diferencia entre levantarse con el pie derecho o el izquierdo, como tampoco hay mucha diferencia entre salir de casa con iPad o sin iPad, con iPod o sin iPod. Al final hay que recurrir a los sentidos que nos vienen dados al nacer y ser nosotros mismos los que cantemos esa canción que nos levante el ánimo camino del trabajo o pongamos a prueba nuestra autoestima toreando del mejor modo posible ese comentario desafortunado, evitando así que nos amargue el día. Puede que por esta razón, la naturaleza nos haya dado dos pies: uno para enseñarnos el valor incalculable de nuestro sentido común y el otro para recordarnos que debemos usarlo a cada paso. Así es la vida.