LOS LATIDOS DEL CORAZÓN SON UN POLITONO
Estoy entre comprarme el nuevo iPhone o la colección completa de discos de Van Morrison en vinilo. Tengo dudas. Tanto una cosa como la otra sería el capricho que me voy a dar por mi cuarenta cumpleaños. Ya tengo un móvil marca Nokia, pero como humano digital alardearía más con un iPhone. También tengo muchos de los discos de Van Morrison en Cd y muchas de sus canciones en mp3. Pero en vinilo, mi mitad de humano analógico se sentiría gratificada. Que lo vintage se lleva, me lo han dicho por ahí. El presupuesto económico asignado a mi capricho cubriría únicamente una opción. Lo que haría aumentarlo sería si es de última generación, en el caso de optar por el iPhone (esto me lo ha dicho la chica de la tienda) y en el caso de los vinilos, si es la primera edición (esto me lo digo yo).
Con los temas que atañen al corazón, me pasa algo parecido. Las historias de amor en mi vida son como las nuevas aplicaciones del iPhone. Cuando ya le has cogido el tranquillo a la última, aparece otra nueva y claro, tienes que darle a “aceptar”, aunque sepas que tarde o temprano volverá a cruzarse en tu camino alguien con alguna diferencia sustancial de mejora y será irresistible volver a aceptarla.
La razón por la cual mis relaciones amorosas suelen fracasar en el universo espacio y tiempo, tienen mucho que ver con esa dualidad entre lo conocido y el misterio de lo desconocido, que viene a ser como la dualidad entre el mundo analógico y el mundo digital. Más que dualidad, es “dudalidad”, palabro que me acabo de inventar, por cierto. Cuando llevo felizmente emparejado cierto tiempo con una mujer, digamos, siete meses, es cuando surge la duda. Algo comienza a revolverse por mis adentros y no es precisamente la vibración del móvil en el bolsillo. Mis días se convierten en escenas de aquella conocida película que nadie sabe el título original, pero que todo el mundo conoce como “El día de la marmota”. En el momento en el que esto ocurre, algo comienza a sonar en mi interior y tampoco es el politono del celular. Mi pareja cree que lo que me suena son las tripas, pero lo que resuena es mi corazón pidiéndome a gritos resetear el sistema operativo, hablando en digital o darle la vuelta al disco, hablando en analógico. Dicho así, suena raro, pero en los discos de vinilo de Van Morrison muchas de las letras de sus canciones también lo mencionan a su manera, concretamente las que están en la cara B.
Si tú también tienes dudas, decídete por Van Morrison, definitivamente suena mejor que cualquier melodía que puedas instalar en un iPhone, por muy moderno que sea. Tu corazón te lo agradecerá, el señor Steve Jobs, no.