ENCUENTROS EN LA TERCERA FRASE
Debido a mi pereza a la hora de seducir al sexo opuesto, ya no sé qué estrategia usar para que una mujer me dirija la palabra. Dicen que lo mejor para romper el hielo es hacerlo con un chorrito de ginebra, a ser posible de importación. Y además dicen que el lugar más indicado para conseguirlo es en los bares y discotecas de esas donde el Diyei pone el volumen de la música tan arriba como tan bajo suele ser el nivel de conversación en un sitio de esas características. También ha llegado a mis oídos que la cola del súper es otro sitio ideal para iniciar una conversación con el sexo contrario. Me imagino que la primera frase, la más importante para dar el primer paso aunque la cola no se mueva, hará referencia a la inoperancia de la cajera o al estado de los frescos en la sección de frescos. Como tampoco soy el fresco del barrio ni voy recorriendo supermercados en busca de conversación a la espera de mi turno para pagar la compra semanal, he decidido reducir mi campo de acción a las bibliotecas. Un amigo, más fresco que una lechuga, me ha dicho que allí van mogollón de mujeres dispuestas a mantener una conversación con el primero que se acerque y abra la boca. Que qué sitio más raro para hablar, le he contestado a mi amigo, si precisamente a las bibliotecas a lo que se va es a no hablar, he vuelto a decirle. Tú mismo, me ha respondido él, pero ayer mismo, me fui con una rubia bajo el brazo y el último premio Nobel en el otro. Conociendo como conozco a mi amigo, sé que jamás pasará de la primera página del último premio Nobel, pero demuestra tener don de lenguas para conquistar a amantes de la lectura.
Siguiendo sus sabios consejos de amante lector (mejor dicho: amante de lectoras), he ido a la biblioteca del centro de la ciudad, donde dice que hay más libros y por consiguiente más lectoras y en consecuencia más opciones de iniciar una conversación con el sexo opuesto. Razón no le falta sabiendo que en este país el perfil lector es netamente femenino. Pero después de haber cruzado dos frases con tres mujeres diferentes, el señor que ejerce de bibliotecario me ordenado que guarde silencio. Precisamente ahora que iba a llegar a la tercera frase, que se supone es la fase donde del encuentro se pasa a la acción. Cada vez estoy más convencido que ligar es algo de otro mundo.