FRASES QUE NUNCA DEBES DECIR A UN FOTÓGRAFO
Tengo muchos amigos fotógrafos. Fotógrafos profesionales, quiero decir. De esos que pagan su hipoteca, la guardería de sus hijos, la letra del coche, el carrito semanal de la compra del Mercadona y el alquiler del apartamento en la playa con el sudor de su frente, bueno, mejor dicho con el sudor de su dedo índice, que es el que utilizan para apretar el disparador de su herramienta de trabajo que no es otra que su cámara digital. Aunque a decir verdad, su verdadera herramienta no es la cámara, sino el ojo que mira a través del objetivo. Y el sudor de su frente es el que cae cuando reciben el encargo de fotografiar una boda y eso, sí que merece ser pagado a precio de oro. El fin de semana pasado acompañé a uno de mis muchos amigos fotógrafos para ayudarle en un encargo. Su encargo era hacer fotos a una pareja de novios y el encargo que tenía que hacer yo era sujetarle el trípode, apuntar en la dirección correcta el foco de luz (flash, creo que se llama) y cargar con una bolsa con otras dos cámaras, tres objetivos y dos focos más de luz (sí, se llaman flashes porque lo acabo de comprobar en la Wikipedia). Pero sobretodo, la responsabilidad de mi encargo fue tener que aguantar los comentarios de todos y cada uno de los invitados que se acercaban a realizar sugerencias antes de ser retratados: “Repite otra vez más que ésta no me ha gustado”. “Espera que me pongo de lado que estoy mejor”. “Tengo una amiga que las hace igual de bien que tú”. “Primero por separado y luego todos juntos, ¿vale?”. Y así, hasta mil y un comentarios más que no sólo dinamitarían la paciencia de cualquier fotógrafo, sino que invitan a pensar el lugar del organismo humano donde un cartucho de dinamita encontraría el mejor sitio para ser explotado.
Para mí fue una experiencia meramente temporal ya que únicamente acudí para asistir a mi amigo en el desempeño de su oficio y ganarme algunos euros extras que la cosa está muy malita. Pero él tiene que aguantar esa retahíla de frases cada fin de semana que es cuando les da a las parejas por casarse. En el fondo es su trabajo y le pagan por ello, pero en su sueldo no creo que esté incluido tolerar tanta frase estúpida por parte de los invitados. En mi oficio, en cambio, las frases estúpidas no forman parte de la nómina. Soy actor porno y quien dice las frases ante la cámara soy yo y a mis compañeras de reparto: “Repite otra vez más que ésta no me ha gustado”. “Espera que me pongo de lado que estoy mejor”. “Tengo una amiga que las hace igual de bien que tú”. “Primero por separado y luego todos juntos, ¿vale?”
Al final, entre ser fotógrafo de bodas y actor porno no va haber mucha diferencia. Las similitudes son muchas, empezando por dar testimonio de un acto de amor, que en el caso de mi amigo fotógrafo es ante el altar mayor y en el mío en el altar menor que es la cama, que por ser menor no es menos importante (si no se lo creen, que se lo digan a los novios en la noche de bodas). En el altar mayor es donde se dice “Sí, quiero”, y en el altar menor, también se dice “Sí, quiero” y además muchas veces. Una película porno hace felices a diferentes personas en distintos lugares del mundo, como una boda, que también congrega a diferentes invitados de distintas partes de la geografía mundial. La única diferencia que puede haber entre una boda y una peli porno es que el día de boda termina con la pareja entre las sábanas, frente las películas porno en las que la pareja donde empieza, es en la cama. Reconozco que me encanta lo que hago, pero lo que hacen los fotógrafos de bodas es amor a la profesión. Les dejo que tengo que rodar un plano y aún no sé que decirle a mi compañera de reparto. Trataré de recordar alguna frase de las que le dicen a mi amigo fotógrafo que seguro encaja perfectamente en el guión.