ODA A LA CALVICIE
Está comprobado científicamente que los hombres con elevados niveles de hormonas esteroides del grupo andrógeno poseen un alto impulso sexual o mayor libido. Esto provoca como efecto colateral una pérdida de vello en aquella zona donde más mira la gente, o sea, en la cabeza. A raíz de este dato científico, el argumento de base que fortalece la leyenda urbana sobre la virilidad de los individuos masculinos con alopecia frente a los que no la sufren, está más que justificada. Estudios recientes también han demostrado que existe una estrecha relación entre la calvicie y la óptima respuesta sexual. E incluso, otro estudio llevado a cabo por una prestigiosa universidad estadounidense certifica que siete de cada diez mujeres prefieren tener relaciones sexuales y/o afectivas con hombres calvos o rapados antes que con otros hombres que ni son calvos ni se rapan para parecerlo. Llegados a este punto y sabiendo que muchos de mis lectores son mujeres, he de decir que soy calvo. No lo digo para atraer al sexo opuesto (que puede ser) o lograr incrementar el número de lectoras (que también puede ser), sino para compartir con ustedes las enormes ventajas que supone disfrutar a diario de la calvicie que protagoniza mi aspecto físico desde la frente para arriba.
Para empezar por lo más mundano, ser calvo es más económico, por no decir, más barato o por no usar el término “low cost”. No gastamos ni un duro en champús anticaspa, ni anticaída, ni antiencrespamiento, ni antisequedad, ni anti nada de nada. Tampoco gastamos en peines, no porque no queramos, sino porque no hay zona alguna que peinar salvo si eres agente del CSI que aún siendo calvo estás obligado a peinar zonas en busca de pruebas que demuestren culpabilidad o inocencia, según el caso criminal que te asigne el jefe de turno. En mi caso particular, también hace años, por no decir lustros, que no piso una peluquería. Aunque sí que lo hice durante un tiempo, pero eso fue porque tuve una novieta peluquera y acudía a buscarla a diario a su puesto de trabajo a la hora del cierre de su jornada laboral (terminó cortando conmigo, supongo que por deformación profesional).
Cuando los que somos calvos nos miramos al espejo, no nos vemos a nosotros mismos sino que buscamos en nuestro interior un resquicio de quienes también fueron calvos a lo largo de la historia e hicieron el bien por quienes no eran calvos. Ahora me viene a la cabeza el nombre de Mathama Gandhi, Charles Darwing o Thomas Alva Edison, quien además de crear en 1881 la primera central de luz y energía, inventó la bombilla (puede que estuviera predestinado a ello al estar más calvo que una bombilla). Hay actores de Hollywood se hicieron requetefamosos por lucir cartón más allá del excelente papel que interpretaban como Yul Brynner e incluso más allá de sus dudosas interpretaciones como Vin Diesel. También hay futbolistas que han sabido presumir de despeje de cabeza (perdón, de cabeza despejada) como Zidane o Guardiola. E incluso cantantes que dan el cante brillando en las listas de éxitos como Pitbull o Phill Collins (sí, el que fue batería de Genesis), mostrando a su público un brillante cuero cabelludo. Ser calvo a día de hoy, son todo ventajas. Por no mencionar que somos las personas con más suerte del mundo. Si el calvo de la lotería es calvo, por algo será. Les dejo, que tengo que echar la Primitiva, la Bonoloto y el Euromillón. A ver si con un poco de suerte me toca algo y me hago un injerto.