SOY UN SPAM
Llevo más de un año en la cola del paro. Con esto no quiero decir que lleve 365 días pegado a la puerta de una oficina del INEM junto a los otros 4.176.369 que son como yo. Quiero decir que desde hace 12 meses no doy palo al agua. Con esto tampoco quiero decir que esté tocándome las narices (iba a poner los cojones, pero lo he tachado no sea que luego algún lector o lectora me recrimine por utilizar expresiones malsonantes en un artículo periodístico que pueden leer niños, los que saben leer, claro). Lo que realmente estoy diciendo, es que a pesar de que la Constitución recoge en su artículo 35 el trabajo como derecho fundamental, no lo ejerzo ni como español ni como demandante de empleo.
A lo que vamos, que en todo el año que llevo como desempleado, mi jornada de trabajo ha sido precisamente encontrar trabajo. Durante ocho horas diarias y alguna que otra hora extra de más y de lunes a sábado, mi esfuerzo físico y mental ha ido dirigido a localizar ese empleo en el cual por mi formación y experiencia pueda reincorporarme al ámbito laboral. He enviado cerca de 400 currículums por email y realizado cerca de 200 entrevistas personales. De los currículums, no he recibido respuesta alguna. No exagero, cero patatero. El otro día, el amigo que tengo que trabaja (tengo más amigos, pero este es “el que tiene trabajo”), me comentó que su jefe de recursos humanos considera “spam” los currículums que le llegan por email. Si un currículum vitae refleja nuestra experiencia y nuestra formación, es que representa lo que somos, y al enviarlo por email, es como si nos enviásemos a nosotros mismos. Y si para una empresa un currículum es “spam”, entonces yo soy un “spam”, y claro, como “spam” que soy, me eliminan nada más hacer acto de presencia en el buzón de su correo electrónico que es lo mismo que decir en su vida.
Respecto a las 200 entrevistas personales tampoco he tenido respuesta alguna. De nuevo, cero patatero. Cuando realizas una entrevista cara a cara con el responsable de personal, no sólo te entrevistan a ti, tú también entrevistas a quien te entrevista. Valoras su presencia física, analizas su lenguaje gestual, el contenido de sus palabras…todo lo que él hace conmigo, yo lo hago con él. He tenido entrevistas en las que si fuera entrevistador no contrataría nunca a la persona que me entrevista. Vamos, ni por mucha carta de recomendación que tuviera le daría un puesto de trabajo en la empresa en la que me encuentro ahora, que no es otra que la empresa del paro. Estoy convencido de que muchos de los que me han entrevistado no superarían ni los seis meses de prueba que por ley aparecen en los contratos empresariales, pero como desempleados. Puede que sea por eso por lo que conservan su empleo, porque si estuvieran inscritos en las listas de parados, no me cabe duda de que ellos sí que pasarían 365 días al año delante del televisor tocándose los cojones. Iba a decir narices, pero en este caso no me importa que algún lector o lectora me recrimine, en el fondo está ejerciendo un derecho constitucional que es el de la libertad de expresión. Y para alguien que tiene derechos en este país, habrá que dejarle ejercerlos, digo yo.