EL ORGASMO MASCULINO
Ayer me dio por escribir sobre el orgasmo femenino, aunque en realidad hablé más del orgasmo masculino. Y como soy muy equilibrado para todo, especialmente para los temas de cama donde dar y recibir tiene que estar ponderado por mutuo acuerdo, hoy he decidido escribir sobre el orgasmo masculino, aunque en realidad hable más del orgasmo femenino. No es que esté especializado en el orgasmo femenino, sólo puedo hablar por la experiencia que otorga el tiempo y el tiempo que otorga la experiencia en cuestiones estrechamente relacionadas con la vida sexual de cada uno, en este caso la mía que no sé si es mucha o poca. Si la comparo con la vida sexual-laboral de Nacho Vidal, he de admitir, no sin cierta dosis de envidia masculina, que la mía es mucho más corta que la suya (la experiencia, quiero decir, no me sean ustedes mal pensados). Aunque si la comparación es con Juan Antonio Reig Pla, tanto mi vida sexual como mi inteligencia puedo confirmar que es larga, mucho más larga. Bueno, a lo que iba. La anatomía femenina es un universo de puntos erógenos que, a día de hoy, nadie ha logrado descifrar en toda su dimensión. Lo que tiene delito, aún más sabiendo que el hombre llegó a la luna (el quinto satélite más grande del sistema solar) hace más de 45 años. El desconocimiento del universo erógeno femenino debe ser porque cada mujer es un mundo y si en el planeta tierra habitan 3.514 millones de mujeres, podemos afirmar que existen 3.514 millones de mundos diferentes, y todas y cada una de ellas con un universo de puntos erógenos diferentes. Ni todas las zonas erógenas de la mujer son erógenas para todas las mujeres ni responden por igual al mismo tipo de excitación, de ahí el despiste que nos tiene a los hombres a ciegas desde hace décadas a pesar de dejar la luz del dormitorio encendida cuando llega el momento indicado. Si la inversión de la NASA hubiera estado más centrada en el universo erógeno femenino que en el universo galáctico, el paso sexual de cada hombre hubiera sido un verdadero salto para la humanidad, especialmente para las mujeres que habrían llegado a la luna cada noche y para sus parejas que habrían visto el cielo abierto aplicando el resultado de las investigaciones. Pero tendremos que conformarnos con seguir explorando por nuestra cuenta y riesgo, y dejarnos guiar por la sabia mano de nuestra pareja femenina que sabe lo que le gusta, dónde le gusta y cuándo le gusta.
Anteriormente dije que la anatomía femenina es un universo de puntos erógenos, pero por experiencia puedo confirmar que el punto más erógeno de todos y en todas, es el oído. Nada excita más a una mujer que las palabras bien dichas que entran por sus oídos. Para alcanzar el punto G, mejor excitar antes su tímpano. Una vez logrado, una cosa llevará a la otra y sólo será cuestión de tiempo alcanzar el punto G. De él hablaré en otra ocasión, ya que a pesar de tener nombre de comando secreto, no resulta tan secreto ni está tan escondido como parece. Pero eso no lo sé por experiencia, me lo ha dicho Nacho Vidal.