¡QUE LLEGAN LAS NAVIDADES!

Las Navidades generan sentimientos enfrentados. O eres de los Reyes Magos o de Papá Noel, del turrón duro o del blando, del cava o de la sidra, de carne o de pescado, de casa de tus padres o de la de tus suegros, del Gordo o del Niño, de regalar o que te regalen, de fiesta privada o de fiesta multitudinaria en la puerta del Sol… y así hasta cien. Para que luego digan que las Navidades unen. Viendo la cantidad de cosas a las que estás obligado elegir, deberían ser conocidas como las fiestas de la margarita: “Esta sí, esta no”… como diría Chimo Bayo, que en gloria esté, aunque aún siga estando entre nosotros.

Las Navidades son un reflejo de la vida. No eres tú el que tiene libertad de elegir, sino que son los demás los que acaban eligiendo por ti. Fueron tus padres los que siendo tú niño eligieron si eras de los Reyes o de Papá Noel, son tus dientes los que deciden si eres del turrón duro o del blando, tu hígado del cava o de la sidra, tu acidez de estómago si de carne o de pescado, tu novia-mujer-pareja si cenar en casa de tus padres o en la de tus suegros, tus compañeros de trabajo si del Gordo o del Niño, tus amigos si de fiesta privada o de fiesta en la Puerta del sol y tus hijos de regalar (aquí no hay alternativa que valga). Todos los que te rodean eligen por ti. Será por eso que son las fiestas en las que más te acuerdas de los tuyos, y es cierto. Te acuerdas de ellos y de la madre que los parió. Pero no debemos culparles por hacer lo que vienen haciendo el resto del año: elegir por ti. Aunque es en estas fechas tan señaladas cuando lo hacen con el agravante de no acertar en nada. Si se te ocurre tomar la iniciativa y tener un detalle con tu mujer en forma de lencería, a ti cae otra corbata más. Si tienes capricho de brindar con cava catalán por las seis copas del Barça, te cae en la cesta de empresa una caja de sidra El Gaitero famosa en el mundo entero. Y si te apetece ver a tus padres por Nochebuena porque piensas que puede ser la última Nochebuena para ti sin ellos, es tu mujer la que se adelanta con el “alzhéimer del suegro que ya no sabrá quiénes somos el año que viene”.

Todos deciden por ti. Y si lo hacen es porque a nadie le interesa tu opinión. Es su egoísmo el que elige lo que mejor conviene independientemente de tu criterio, que en estas fechas se hace más invisible que nunca, si es que en algún momento de tu vida se hizo visible, que lo dudo.

Si yo pudiera elegir, borraría estos días del calendario, concretamente saltaría de Noviembre a Febrero sin pestañear ni temor a perder cada año dos meses de mi vida. Total entre tanta cena de familia, cena de trabajo, cena de amigos invisibles, cena de fin de año, cena de antiguos alumnos, cena de Nochevieja, cena de Reyes… el cuerpo se resiente tanto que agradecería menos felicidad concentrada en forma de pavo relleno. ¡Que yo soy de pescado, cojones!

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