EL MAYORDOMO DEL ALGODÓN NO ENGAÑA
Tantos años convencidos de que “Hacienda somos todos” y ahora llega una abogada del Estado y nos dice que todos no somos Hacienda, que sólo se trata de una frase de anuncio y que como frase de anuncio que es, no debe ninguna explicación.
Hay que reconocer que muchos anuncios de televisión calan hondo en los telespectadores, que es lo mismo que decir que calan hondo en los consumidores, en la ciudadanía, en usted y en mí. Los eslóganes, como si fueran canciones, se tararean, se emplean para sintetizar el mensaje, se usan para perpetuarse en la mente del consumidor y permanecer en el ideario e imaginario colectivo durante décadas, en definitiva, cumplen su función del mismo modo que cumple cada fin de mes el Estado al transferir puntualmente la nómina a la abogada del Estado. No voy a recordarles ahora uno a uno los eslóganes publicitarios que tienen ustedes en mente (y que conste que podría hacerlo sin esfuerzo alguno porque he dedicado un 65% de mi trayectoria profesional a confeccionar eslóganes), tan sólo me limitaré a mencionar el de un producto que desde ahora y gracias a la abogada del Estado en cuestión, cuestionaría la eficacia de la publicidad y por extensión la eficacia de la justicia. Se trata del anuncio del producto de limpieza Tenn. Los que hayan nacido cuando las televisiones eran dos, la primera cadena y el UHF, recordarán que el spot era protagonizado por un mayordomo cuya máxima responsabilidad era comprobar (algodón en mano) si quedaban restos de suciedad allá por donde antes el ama de casa había pasado la bayeta impregnada en detergente Tenn. El mayordomo estuvo presente en nuestras vidas desde su primera aparición en televisión allá por 1984, hasta la última en 1996, convirtiéndose en un quebradero de cabeza para quienes tenían la obligación de mantener toda la casa como los chorros del oro. La prueba irrefutable del óptimo resultado en cuanto a limpieza se refiere, consistía en frotar el algodón por cualquier superficie y al grito de “el algodón no engaña», el test de limpieza quedaba superado junto a la impoluta honra del limpiador/a. Por lo que el eslogan “el algodón no engaña” y su repetición hasta la saciedad se convirtió en algo más que una frase publicitaria. Fue el “grito de guerra” de quienes confirmaban lo incuestionable, lo irrefutable, lo que estaba fuera de toda duda, o sea, lo que era de justicia no poner en tela de juicio. Pero volviendo al mayordomo de Tenn, su nombre ficticio era Tomás y el real es Peter Bland. Además de buen actor es emprendedor teatral y excelente poeta con más de 30 títulos publicados llegando a obtener el prestigioso premio británico Prime Minister Literary Award
¿Y a qué viene todo esto?, se preguntarán ustedes. Pues además de mostrarles que la publicidad es algo más que simple publicidad y que un eslogan como “Hacienda somos todos” es algo más que un simple eslogan, la justicia debería ser algo más que simple y mucho más que justa. Por eso, si el algodón no engaña, ¿deberíamos emplearlo para saber si la justicia española es realmente limpia a la hora de emitir juicios?
Me conformaría con saber que el único juicio donde debería quedar clara que es limpia es ése en el que la frase “Hacienda somos todos” no fuera una frase de anuncio, sino una sentencia judicial.