EL MÁSTER

Me he inscrito en un máster de esos que tanto abundan hoy en día. Lo hago para ampliar mis horizontes profesionales, ya que mis años de formación universitaria como médico apenas me han servido para acabar como suplente de bajas maternales en hospitales de provincia y sustituciones por enfermedad en residencias de la tercera edad. Debe ser un máster de los buenos porque, a parte del excelente plantel de profesores de reconocida trayectoria profesional y del prestigio que otorga el renombre de la institución académica organizadora, la matrícula me ha salido por un ojo de la cara y la retina del otro. Y no es una metáfora, he tenido que pedir un crédito al banco para poder pagar tan sólo la primera cuota. Las restantes creo que las voy a ir abonando con los demás órganos y extremidades que no son imprescindibles para la vida, es decir, los que vienen repetidos de serie como los brazos, las piernas, los riñones o esos mismísimos en los que ustedes están pensando.

La tutora que me han asignado para la tesis supervisa cada paso de mi formación con la disciplina militar de un coronel alemán de las SS. Tanto es así, que hasta se le puede ver el bigotito a lo «Adolf» si te acercas mucho a su cara. Imagino que actuará de ese modo para justificar su nómina, aunque en ella no esté incluida la humillación a la que me somete en cada clase. Supongo que eso debe ser lo que llaman en marketing «el valor añadido del servicio prestado».

Los compañeros de máster son como yo, es decir, también buscan ampliar horizontes profesionales, a pesar de que muchos disponen de varias carreras universitarias y numerosos títulos en infinidad de especialidades. Los hay hasta doctorados en caminos, canales y puertos. Que no me digas tú que aunque sólo sea por el nombre, la cantidad de horizontes que no debe tener esa carrera. A pesar de la dificultad del temario, nadie falta a una clase e incluso más de uno llega con 15 minutos de antelación para coger sitio en las primeras filas. Ellos son los que reciben más atención por parte de los docentes, además de por la cercanía física, también por la sumisión a la que gentilmente se prestan. Como ya habrán podido adivinar, el máster que estoy haciendo es en sodomía y flagelación aunque en el folleto rezaba que era de gestión y dirección de empresas. En el temario nos indican los trucos para vejar a los trabajadores y obreros del modo más eficaz posible, que no es otro que apelar a su pasividad y lograr con ello la multiplicación de los beneficios en tiempo récord. Una vez leí que no habría amos si no hubiera esclavos, y en este máster aprendes a fabricar los esclavos más competitivos del mercado laboral y con un título que lo certifica firmado por el mismísimo presidente de la patronal.

Cuando termine me apuntaré a otro curso específico que trate sobre el sector sanitario, y así continuar mi más que cualificada formación profesional. Aunque creo que para financiarlo, en lugar de acudir al banco de España, iré al banco de alimentos. Al menos, así nutriré mi cuerpo ya que mi intelecto se encuentra sobrealimentado.

Un Comentario

  1. El Alquimista

    Bravo..!!!
    Buena linea la que ha cogido usted…
    El 2016 le está sentando de miedo por lo consiguiente a nosotros, sus lectores, también.
    Siga así.

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