MALDITA BASTARDA

Están poniendo en la tele una peli de George Clooney. Pero mira que me cae bien el tío ése. Es que es más majo. Si dijera que está buenísimo cabría la posibilidad de que todos los que leen esto dudaran de mi masculinidad, pero no. Objetivamente es así, lo de que está buenísimo digo, no lo otro, que para mí está fuera de toda duda. El Clooney éste cae bien a los tíos como yo y a todas las mujeres que conozco también les gustaría que les cayera bien, a ser posible encima y sin ropa. Algo parecido pasa con su otro amigo. El Brad Pitt ése. Es que también es más majo. Aunque en este caso a mí me gustaría que me cayera mejor su novia, la Jolie, y a ser posible también sin ropa. Pero para eso se hicieron los sueños, para imaginarte el modo en el que te tienen que caer encima los que te caen bien y sin conocerles personalmente. Mi vecina del quinto, por ejemplo, que acaba de mudarse al edificio, aún no la conozco y ya sé que me va a caer muy mal en cuanto la vea. De ella sólo sé que le gusta el reggaetón al mismo volumen que los colosales pantalones que cuelga a secar en la cuerda del patio de vecinos. Yo que soy de Charly Parker, Chet Baker y Diana Washington susurrándome al oído, francamente, lo del reggaetón vociferando no resulta tan seductor como la voz original de George Clooney o la de la novia de su mejor amigo.

Por más notas que he deslizado bajo la puerta de la vivienda de mi vecina la del quinto solicitando amablemente la cancelación de la audición de sus sesiones de tan endiablada música, no hay manera de que se avenga a razones. Ni mis notas, ni las del presidente de la comunidad en forma de petición formal, ni las de la policía en formato denuncia han logrado erradicar el sonido reggaetón de la comunidad de vecinos, desde que sale el sol hasta horas después de salir la luna. Ante esta situación límite que pone mis nervios al límite y al vecindario al borde de un ataque de nervios, estoy escribiéndo un email a Brad Pitt por si con su seductora voz quisiera hacer cambiar de parecer a mi vecina. Y si aún así no lo consigue, le invito a que infrinja el mismo tratamiento que otorga a Christoph Waltz en su película Malditos Bastardos. De este modo, él podría ser definitivamente galardonado con el Óscar de Hollywood y yo lograr que su novia se dejara caer de vez en cuando por mi casa, a ser posible sin ropa. Y todos tan contentos, incluso los vecinos.

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