FOLLAR EN TIEMPO REVUELTOS
Quien haya salido una noche de sábado (o de viernes, o juernes o como coño se diga en la jerga noctámbula) a intentar ligar, sabe lo difícil que es pillar cacho hoy en día. Heterosexuales, gays, lesbianas, bisexuales o transexuales, lo tienen difícil por igual independientemente de su condición sexual, sus gustos o preferencias posturales en la cama o donde se tercie hacerlo llegado el momento del calentón. Será por eso que resulta más recurrente, cómodo y sobretodo económico acudir a las páginas web de contactos, anuncios de contactos en prensa o contactar directamente a pie de calle con quien tiene en el acto de proporcionar placer su modo de obtención de recursos económicos para sobrevivir (iba a escribir la palabra vivir, pero esa palabra quedó en desuso en el siglo pasado). No sé si por suerte o por pereza, nunca me he visto en la tesitura de requerir ningún otro medio para pillar cacho que no sea el empleo de la tradicional expresión “estudias o trabajas” o “qué hace una chica como tú en lugar como éste” que suelo espetar a la primera fémina de turno en bares, pubs y discotecas de mi pequeña capital de provincias. Pero, tal y como está el patio, entiendo (comprendo, apoyo y animo) que miles de personas empleen las nuevas tecnologías para poder dormir caliente al menos una noche a la semana (o al mes, si no es mucha molestia mire usted). Tengo amigos y amigas que han sacado más partido a las redes sociales de lo que el propio Zuckerberg llegó a imaginar el día que inventó el Facebook. No voy a enumerar una por una las páginas de contactos online ni tampoco hacer una lista de aplicaciones móviles diseñadas exclusivamente para llevarse a alguien a la cama (que conste que lo haría, pero aún no me patrocinan este blog) y por eso prefiero centrarme en los nombres de las discotecas que antiguamente eran los foros más adecuados para echar la red social del amor sexual. Los lectores y lectoras que hicimos la E.G.B. y fuimos a B.U.P. (nunca he entendido por qué se dice “hacer” para hablar de E.G.B. e “ir” para B.U.P., lo pensaré para otro artículo) recordarán que en aquellos dulces años de adolescencia, los nombres de discotecas con apostrofe se llevaban mucho. Si el dueño del garito en cuestión se llamaba Óscar, bastaba con añadirle apóstrofe y una “s” y ya estaba solucionado el problema de llamar al garito: “Óscar´s”. La cosa se puso tan de moda que no había ciudad, pueblo, aldea, villa o pedanía por pequeña que fuera, que no tuviera su garito con apóstrofe y una “s”.
Desconozco lo mucho que flirtearon ustedes en aquellos antros de perversión y lujuria, pero si aún les quedan ganas y fuerzas, les animo a que sustituyan la terminación apóstrofe seguido de “s” por el puntocom de las páginas web. Total, no creo que haya mucha diferencia entre ligar a las 6 de la mañana con dos copas de más a hacerlo desde casa a la hora que quieras sin decidirte entre tomarte una copa o dos o las que terminen por caer.
Y si aún así tienen cierto recelo, consúltenlo con la almohada. Probablemente ella les dirá: “nunca digas de esta agua no beberé” a lo que habría que añadir: “nunca digas a esta página de contactos nunca llamaré”.
Les dejo que voy con el portátil al bar de Manolo («Manolo´s») que ha puesto wifi, lo que significa que las oportunidades de pillar cacho digitales se suman a las analógicas. Menudo chollo.