DORMIR ES UN PLACER
No sé si ustedes se lo han preguntado alguna vez, pero yo nunca comprendí lo que quería decir la expresión “no pegar ojo”. Bueno, sí sé lo que es, pero no la comprendo. Por comprender, comprendo a mi jefe cuando me grita: “¡Señor Monroy, se le han pegado las sábanas otra vez!”. Que gramaticalmente es lo opuesto a no pegar ojo en toda la noche. Y si es lo opuesto, también me pregunto por qué se utiliza el mismo verbo: «pegar». Lo correcto sería decir: “!Señor Monroy, se le han cerrado las sábanas otra vez!”, pero francamente, no suena tan bien como decir «se le han pegado las sábanas otra vez». Por eso yo me excuso diciendo “es que no he cerrado ojo en toda la noche”, que es lo que respondo a mi jefe, pero ni a él le importa lo que le diga, ni a mí lo que pueda pensar.
En este mismo instante, por ejemplo, cuando son las cuatro de la mañana, sigo sin pegar ojo. Es lo que tiene el insomnio, que como no tienes nada mejor que hacer, te preguntas cosas absurdas con la intención de pegar ojo para que luego no se te peguen las sábanas con el objetivo final de que el jefe no ponga el grito en el cielo al llegar a la oficina. A ver si el responsable de toda esta cadena de acontecimientos va a ser él. No me extrañaría. Seguro que su mal genio le viene de no pegar ojo. Si a él se le pegaran las sábanas, seguro que les devolvería el golpe. No es bestia ni ná, el tío. El lunes pasado me dijo que como llegara a la oficina pasadas las once de la mañana, me dejaría de patitas en la calle. Iba a decir en la puta calle, que fue lo que me dijo en realidad, pero lo he tachado, no sea que haya niños pequeños leyendo este artículo y sus padres me demanden. Aunque si lo hicieran, lo entendería perfectamente. Todo el mundo sabe que los niños no dejan a los padres pegar ojo en toda la noche y eso les pone de una mala leche que lo flipas (iba a decir mala hos…pero mejor me callo de nuevo). Total, que el reloj ya va a marcar las cinco de la madrugada y sigo sin que los ojos se me peguen. Y hasta que llegue la bendita hora de que lo que se me peguen sean las sábanas, aquí me tienen ustedes, tratando de encontrar respuestas absurdas a preguntas absurdas como ¿por qué la cómoda se llama cómoda si la cama es más cómoda que la cómoda?
Voy a ver si me echo una cabezadita y mañana se lo pregunto a mi jefe a ver si él lo sabe. Aunque conociendo lo bruto que es, seguro que después me pone de patitas en la calle, literalmente hablando. Porque en el fondo, ni a él le importa lo que le diga, ni a mí lo me pueda pasar. Qué vida esta.