SIMPLEMENTE MANUELA
Hay que ponerse en mi situación. Me acabo de mudar a una ciudad donde no conozco a nadie. Estoy aquí por motivos de trabajo. Después de dos años y medio en el paro me han ofrecido un empleo a tiempo parcial a cuatrocientos kilómetros de mi residencia habitual y a ochocientos euros limpios el mes. No es que esté muy bien pagado, lo sé, pero es lo que hay. Y lo he cogido, claro. No están las cosas como para ir por ahí diciendo que no al primer curro que le dan a una según está el patio. Mañana es mi primer día y estoy nerviosa. Muy nerviosa. Dicen que la primera impresión es la que cuenta y ahora mismo, la verdad, no estoy como para contar nada bueno de mi vida. No he descubierto ninguna vacuna que salve a la humanidad de un virus incurable, ni he escrito ningún libro con opciones al Nobel, ni tan siquiera he diseñado una aplicación para móviles como han hecho varias de mis compañeras de facultad. Tampoco es que no haya hecho cosas importantes en mis 29 años de vida. Terminé la carrera de veterinaria y aunque tardé un par de años más de lo normal, puedo afirmar con orgullo que soy licenciada universitaria, sin empleo, pero con estudios de alta cualificación académica. Por eso necesito ser otra persona ahora que la vida me ha dado una oportunidad laboral, aunque no esté relacionada con lo que he estudiado en la facultad de veterinaria. Quiero empezar de cero. Lejos de lo que conozco. Dejar atrás quien fui y comenzar una nueva vida. Sentirme reconocida en quien soy ahora. Porque presiento que todo irá bien desde este preciso instante. Sólo necesito creérmelo. Creer que merezco el puesto de trabajo y creer en mí misma. Para lograrlo voy a sentirme diferente, como nunca me había sentido antes. Renovarme por fuera mostrando la juventud y energía que siento por dentro. Mirarme al espejo y estar orgullosa de la imagen que me devuelve. Eliminar cualquier rastro de mi yo anterior y renacer con un nuevo aspecto que hable de mí tal y como yo me veo actualmente. Una nueva persona con un nuevo trabajo en una nueva ciudad. Causar sensación en mi primer día en mi nuevo empleo no me va costar casi nada. Sigo nerviosa, sí, y mucho. Pero convencida de que venceré y convenceré. Y lo dirá mi rostro sin necesidad de que abra la boca para decir nada. Cuando me vean mañana entrando en la oficina tendrán que reconocer que soy la candidata perfecta para cubrir el puesto vacante y yo reconoceré lo acertado de mi decisión de haber cuidado mi imagen. Porque una imagen vale más que mil palabras, aunque haya tenido que escribir este texto para darme cuenta por mí misma de haber tomado la mejor decisión de mi vida: someterme a una operación. Sé que ustedes me comprenden y que también habrían hecho lo mismo que yo si estuvieran en mi piel. Basta con ponerse en mi situación. Aunque puede que el nombre de Manolo que aparece en mi D.N.I. les confunda un poco a principio, pero pronto se acostumbrarán a llamarme Manuela, simplemente Manuela.