ODA A LA FELACIÓN
No conozco a nadie que no le guste comer. Esta afirmación no la hago yo, la he leído en un artículo de la revista Cosmopolitan. La afirmación que sí hago y que también se puede leer en la revista Cosmopolitan es: “y que se lo coman”.
La revista “Cosmo”, tal y como suele ser definida familiarmente entre sus lectoras, tiene más contenido que atrae a adolescentes en furiosa edad del pavo que contenido para lectoras maduras que es a quien se supone va dirigida la citada publicación decana en decir (más bien ordenar) a la féminas de todo el mundo occidental lo que deben vestir, lo que deben comprar, lo que deben beber y lo que deben comer, y también lo otro que deben meterse en la boca para hacer felices a sus parejas. La razón por la que “Cosmo” tenga más lectoras púberes que maduras puede que sea porque las púberes en general aceptan de mejor grado que les digan lo que hay que hacer aunque luego hagan lo que les dé la real gana, frente a las de edad madura que te arrean un guantazo si les aconsejas lo que tienen que hacer, aunque luego acaben haciendo también lo que les dé la gana. El caso es que en la “Cosmo” te dicen cómo comerle la polla a tu pareja. Dicho así, a lo bruto, no suena muy “Cosmo” que digamos, pero si lo dijeran calzando unos “Manolos” y sujetando un cóctel (curiosamente también llamado Cosmo), sonaría todo muy fino, especialmente a ellos. Entre los consejos a seguir para hacer una felación perfecta, la felatriz que realice el acto oral debe sentir tanto placer recibido (o más) que el que proporciona a través de la ingesta bucal repetida del miembro masculino. Por cierto, no busquen la palabra felatriz porque me la acabo de inventar. La recomendación de “Cosmo” aparece en el punto octavo dentro de un orden de diecisiete puntos cronológicamente alineados y de obligado cumplimiento desde que se decide por ambas partes dar comienzo al intercambio de fluidos.
El artículo concluye muy sabia e irónicamente afirmando que los trucos y consejos son meramente anecdóticos y referenciales y que no garantizan el éxito de la iniciativa ni para el ser pasivo (el hombre) ni para el activo (la mujer). De este modo, si se siguen al pie de la letra todos y cada uno de los pasos, el orgasmo puede salir al paso o, por el contrario, tropezar estrepitosamente en cualquiera de ellos. Con este argumento final, el (o la) periodista se cura en salud lanzando la piedra y escondiendo la mano por si alguna lectora ya sea púber o madura tiene a bien llevar a la práctica sus consejos y descubre que no funcionan con su pareja. Aunque seguro que en algún otro número de la revista “Cosmo” aparecerá otro artículo sobre cómo resolver las diferencias de pareja que se descubren mientras se hace una felación.
Bueno, llegados a este punto de excitación lingüística, creo que el tema se me está yendo de las manos y no quiero que el asunto vaya de boca en boca. Por eso lo dejo aquí mismo. Siento detener en seco el placer de la lectura. Digamos que ha sido un coitus interruptus, metafóricamente hablando.