MÁS CONDONES POR FAVOR

Vengo de comprar condones en la farmacia. ¿Cuántos? me ha preguntado la farmacéutica aludiendo al número de unidades que se ofrecen por caja. No sé… ¿de cuántos hay?, he respondido yo devolviendo su pregunta con otra pregunta. Hay cajas de 6, de 12 y de 24, ha contestado ella ofreciéndome un abanico de posibilidades. De 24, he respondido yo. Pues sí que te veo optimista, ha dicho ella entre dientes mientras cubría con la mano derecha su boca haciendo como que tosía. Bueno, pues… una caja de 12, he rectificado asumiendo que ella también lo haría. ¿De 12?, ha vuelto preguntar entre admiraciones (a pesar de que yo no las he escrito). Bueno… pues una caja de 6, he respondido yo invadido por la vergüenza de la cabeza a los pies. Mejor te doy uno suelto de los que regala Durex de promoción y ya si eso mañana vienes a por más ¿te parece bien?, ha concluido la farmacéutica dando paso al siguiente cliente que por su palidez, nerviosismo y las convulsiones que manifestaba parecía estar más necesitado de su atención que un servidor.

Total, que vengo de la farmacia con un solo condón para una cita a ciegas que tengo dentro de dos horas. Muchos de ustedes pensarán que llevar un condón a un cita a ciegas es ir de “sobrao” por la vida o estar demasiado salido, que también puede ser. Ignoro su experiencia en asuntos de citas a ciegas (si es que la tienen) y desconozco si llevan condones habitualmente en la cartera (si son lectores) o en el bolso (si son lectoras) cuando salen cada sábado noche a tomar una copa o “a lo que surja”. A todos los que piensan que voy de “sobrao” les diré que más vale prevenir que curar, que luego pasa lo que pasa y si te he visto no me acuerdo. Porque quien avisa no es traidor y aquí en paz y después gloria, que hasta el mejor escribano echa un error y dichoso el varón que escarmienta en cabeza ajena y en la suya no. Por eso, no hay pecado tan grande ni vicio tan apoderado que con el arrepentimiento no se borre o se quite del todo, y aunque la estima y la ocasión son buenas para el amor, prefiero curarme en salud y si un tropezón cualquiera da en la vida es mejor pasar un mal rato que pasar un mal año. Así que, esta noche voy a disfrutar de la compañía de mi cita a ciegas y haré todo lo que esté en mi mano, y sobretodo en mi intelecto, para que también ella pase un buen rato conmigo. Si después y de mutuo acuerdo no surge lo que debería surgir, siempre puedo emplear el condón para abrir los tarros de conserva que me han dicho que usándolo se abren fácil y rápido. Total, para lo que me ha costado. Como dice el refrán, la vida depende del color del cristal con que se mira.

Les dejo que llego tarde a mi cita a ciegas. Si mañana al despertar no me leen, ya sabrán por qué. Deséenme suerte, que la suerte es loca y a cualquiera le toca (no lo digo yo, lo dice un refrán).

 

 

 

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