FOLLAR POR TUTORIAL
Llevo sin fornicar más de medio año. He usado la palabra fornicar porque el otro día recibí un correo electrónico de un lector quejándose sobre el excesivo uso de la palabra follar en mi artículos, especialmente en el título. Y tiene razón. Pero el hecho de que él tenga razón afirmando que uso demasiado la palabra follar, no quiere decir que tenga que molestarse por ello, faltaría más. Follar es una palabra tan digna de uso como lo es la palabra fornicar. Aunque si no lo ve así, allá él. Por eso, he incluido la palabra follar también en el título del artículo de hoy (que le follen).
A lo que iba, que me voy por los cerros de Úbeda (nunca he estado en Úbeda, pero debe tener unos cerros llenos de gente como yo), decía que llevo si echar un polvo desde el pasado 3 de julio a las 23:35h. Lo sé con tanta exactitud porque esas cosas no se olvidan. Todo aquello que haces con inusitada frecuencia, permanece en el recuerdo al menos hasta la siguiente oportunidad (y en el caso de follar, aún más)
Desde que no fornico, ni follo, ni echo un polvo, estoy más en forma que nunca. Parece mentira, pero es así. Y todo se lo debo a los tutoriales para follar que suben los aficionados al fornicio que abundan en las redes digitales. Hay gente que se autograba con el móvil (a modo de “selfie”) mientras copula para después compartir la escena del coito con el mundo mundial en todas las redes sociales habidas y por haber. Supongo que lo harán siguiendo el conocido refrán español (muy nuestro) que dice que el español cuando folla, folla dos veces: una cuando lo hace y otra cuando lo cuenta. Pues esa gente que sube un vídeo del actos sexuales, folla multitud de veces aunque sólo realice el acto sexual una única vez. Y si lo hacen, no es por el placer carnal sino por el placer digital que supone compartirlo en internet.
Lo que probablemente desconozcan es que sus vídeos con millones de visitas en Youtube generan a su vez millones de actos sexuales (aunque sean de carácter individual, ustedes ya me entienden). Por lo que podríamos afirmar sin miedo a equivocarnos, que cada acto de pareja se convierte en trío, y al estar compartido en la red, aquello es una orgía multitudinaria. ¿Quién te dice a ti que mientras estás haciendo el amor contigo mismo mientras ves online un video porno casero no hay otra persona (o miles) en todo el mundo que está haciendo lo mismo que tú en ese preciso instante? Si eso no es una bacanal, que venga Dios y lo vea. Bueno, mejor no meter a Dios en esto a ver si se va a liar parda, que últimamente la gente está muy sensible con todo lo relacionado con la religión y el follar. Un ejemplo claro es el lector que se ha molestado en escribir para quejarse de lo mucho que le molesta leer la palabra follar en mis artículos. Y a él le daré un consejo: debería masturbarse más, eso demostraría que tiene la sensibilidad donde hay que tenerla, es decir, en la punta de la…