NO TE RINDAS
Me encanta el cine, como supongo que a ustedes también. Selecciono la película previamente con delicada meticulosidad en función de los actores que intervienen, el talento del director, si son de producción extranjera o están rodadas en España. Y también dependiendo de la recomendación de quienes considero tienen criterio cinematográfico (como supongo nuevamente que también harán ustedes).
Uno de mis directores (y actores) favoritos es Woody Allen. Por eso, si me preguntaran qué escena consideraría la más brillante, me quedaría con la escena del museo de la película Sueños de un seductor. En ella, Allan (el personaje interpretado por Allen) le tira los tejos a una atractiva mujer joven que está admirando una de las obras maestras de Jackson Pollock. El irresistible magnetismo de la chica atrae al tímido de Allan (Allen) que finalmente consigue romper el hielo gracias a la actitud cizañeante de su amiga Linda (interpretada por Diane Keaton). La escena es más o menos así: Allan se aproxima a la joven y espeta de buenas a primeras: “¿Qué te sugiere?” A lo que ella, infinitamente segura de sí misma, contesta: “Reafirma la negatividad del universo. El terrible vacío y la soledad de la existencia. La nada. El suplicio del hombre que vive en una eternidad estéril, sin Dios. Como una llama diminuta que parpadea en un inmenso vacío, sin nada, salvo desolación, horror y degradación, que le oprimen en un cosmos negro y absurdo”. Tras atender con suma atención, Allan, en su tozudez por llevarse a la mujer joven al huerto, vuelve al ataque preguntando de nuevo: “¿Qué haces el sábado?”. Y ella, dando por terminada la conversación responde: “Suicidarme”. Ante lo que Allen, sin mostrar ni un ápice de empatía, insiste en preguntar: “¿Y el viernes por la noche?”.
Supongo que tras imaginarse la escena se estarán riendo tanto como me reí yo en su momento al verla en el cine. Pero días más tarde y tras rememorar el diálogo entre Allen y la joven, comprendí el verdadero significado de la palabra tragicomedia y que no es otra cosa que una combinación perfecta entre el humor y la fatalidad. Entender la mezcla de ambos conceptos y sobretodo asumirlos, nos hace la vida más llevadera. Lo único que necesitamos es tiempo para digerir lo que nos ocurra, tanto lo bueno, como lo malo. Y así, lo malo es menos malo y lo bueno resulta excelente.
Y a cuento de qué viene todo esto, se estarán preguntando ustedes. Lo digo en cinco palabras: Ayer me abandonó mi novia. Y como decía también el propio Woody Allen: “Drama más tiempo, igual a comedia”. Por eso dejaré que pasen los días, las semanas e incluso los meses hasta que la tragedia deje paso a alegría.
Mientras ese momento llega a mi vida, me conformaré con repasar cada película de la filmografía de Woody Allen, donde además de encontrar consuelo para el espíritu, me reiré de todo y de todos, empezando de mí mismo. Y si el método no funciona, siempre podré visitar los museos donde me han dicho que se liga mogollón.