LA MANCHA DE UNA MORA
Existe un refrán popular usado para superar rupturas sentimentales que llega donde no alcanza la resiliencia: “La mancha de una mora, con una verde se quita”.
Quienes sufrimos dicho refrán (con más frecuencia de la que desearíamos), además de paladear el sabor de las moras maduras, también hemos saboreado el amargor de la ruptura por muy madura que haya llegado a ser la relación sentimental. Debido a esta causa, los hay que poseemos más manchas de mora en nuestro currículum amoroso que lamparones iluminan el babero de un lactante.
Del mismo modo que hay que reconocer la encomiable labor de una mora verde, también hay que decir que resultará dificultoso dilucidar si la mancha emocional de la ruptura perdurará a pesar del efecto de la mora verde. O si la mora verde pronto preferirá el sabor de otra mora igual de verde en lugar de la hiel de la mancha de mora negra, que también puede ser.
Lo que es inevitable es que la mora verde dejará de serlo con el paso del tiempo, y más pronto que tarde, con la llegada de su madurez, dejará de cumplir su función de mora verde. Es entonces cuando será otra mora negra más dispuesta a dejar mancha como marca permanente en el historial amoroso de quien sufre el abandono del ser amado.
Con este juego metafórico de carácter frutal, lo que les quiero decir es que por mucho que el amor caducado pretenda suplirse con amor fresco, la mancha del dolor provocado por el desapego permanecerá perenne en el ánimo de quien ha amado sin ser correspondido del mismo modo.
Al final, al amor le ocurre lo mismo que a los yogures, todos llevan fecha de caducidad. La decisión de hacer caso omiso a la recomendación de consumo es personal. Pero no olviden que la ingestión de producto en mal estado, suele terminar con diarrea. Es decir, cagándose uno en todo. (Especialmente efectivos son los de sabor a frutas del bosque. Será porque llevan mora, no sé).