EL 155 DEL AMOR

Cuando te separas de quien más quisiste, o quien más te quiso lo hace de ti, lo normal es que cada cual continúe con su vida como si tal cosa. Digo que es lo normal, pero todo el mundo sabe que en esta vida normal no hay nada (excepto la Coca-cola que lleva instalada en la fórmula de la normalidad desde su creación hace casi un siglo)

Por eso, me pregunto si tratar de mantener relación de amistad con quien hubo relación íntima previa, no sería como aplicar el artículo 155 de una Constitución no escrita todavía.

Por un lado, existe un deseo latente de que la relación continúe, aunque sea manteniendo una distancia prudencial acordada por tácito consenso estatutario. Por otro lado, existe la reclamación insistente de una de las partes de alejarse, ya sea de modo explícito (negando constantemente cualquier propuesta recibida), o de modo implícito (no ofertando ninguna propuesta). Esa misma parte, también demanda disfrutar de su independencia, empezando por la emocional y terminando por la sexual que es libre de ejercer en virtud a un artículo de la misma Constitución no escrita todavía.

En mi caso, esta situación lleva dilatándose desde hace meses. Es un tira y afloja en el que ninguno obtiene beneficio tangible a corto plazo, ni tampoco se vislumbra solución posible en el largo. De hecho, familiares, amigos y conocidos están comenzando a rozar entre sí por el distanciamiento generado (valga la contradicción semántica). Discuten por lo que consideran sería mejor para nosotros, sin consultar siquiera si lo que desean ellos es lo mismo que deseamos, ella y yo (ya sea juntos o por separado). Con este panorama a mi alrededor, no sé si llamar a mi expareja para hacer las paces y quedar como amigos, o si quedar con ella para follar como dos desconocidos.

El caso es que la he telefoneado en tres ocasiones pero tiene el móvil apagado, tal y como solía tenerlo al hacer el amor conmigo (cuando había amor en nuestra relación). Ella, por su parte, me ha enviado cinco Whatsapps que no me he molestado en leer, tal y como suelo hacer desde que el sentimiento que nos unía desapareció para siempre y dejó paso a la aplicación del articulo 155 de una Constitución no escrita todavía: la del amor.

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