TAQUIPSIQUIA

De niño fui diagnosticado de taquipsiquia. Por aquel entonces no era consciente de lo que significaba. Pero llegada la madurez, y sabiendo que es la aceleración patológica de la actividad psíquica, no paro de darle vueltas al asunto.
Desde que me levanto hasta que me acuesto, paso las horas del día elucubrando. También le dedico algunas horas de la noche, por lo que apenas queda tiempo para descansar. Dormir, lo que se dice dormir, nunca llego a las cuatro horas. Pero soñar, lo que se dice soñar, lo hago las otras veinte horas restantes del día.
Tener los ojos abiertos ayuda bastante. La mirada alcanza la línea del horizonte a la velocidad del rayo y regresa con la presteza del trueno. Entremedias, suele caer algún chaparrón, que siempre me coge de imprevisto y sin paraguas en la mano. Por consiguiente, la intensidad mental acaba refugiándose bajo techo para no terminar calada hasta los huesos (en el caso de que los pensamientos tuvieran huesos, cosa que a día de hoy, se desconoce científicamente, según tengo entendido).

El número de seres humanos que padecemos taquipsiquia sobre la faz de la tierra es muy reducido. De hecho, apenas suponemos el 0,001 de la población mundial (centésima arriba, centésima abajo). Es decir, uno de cada mil, más o menos. O una entre mil, para ser ecuánimes.

Los taquipsianos* vemos aquello que no ven los demás. *(No busquen la palabra taquipsiano porque no existe, es inventada). Pero lo que vemos, no lo vemos por tener mejor vista o poderes sobrenaturales. Es simplemente porque dedicamos más tiempo de pensamiento a todo, incluso a lo que no merece dedicarle un minuto. Como por ejemplo, el corte de pelo de fulanita, el nuevo tatuaje de menganito o si fulanita y menganito tienen una aventura sexual, además del sexo que tienen con sus respectivas parejas. Pensándolo bien, no sé si lo que digo tiene alguna importancia para ustedes. Aunque si no lo pensara, tampoco lo diría. Y al decirlo, habiéndolo pensado con anterioridad, la taquipsiquia que padezco, sigue dando muestras fehacientes de poseer un excelente estado de salud (valga la contradicción, en el caso de existir).

Si no fuera por la aceleración patológica de mi actividad psíquica, ni yo escribiría artículos como éste a altas hora de la noche, ni usted le dedicaría tiempo a su propia actividad cerebral al leerlos. Por lo tanto, su estado mental y el mío son equitativos. No sé si eso quiere decir que usted también padece de taquipsiquia. Pero por si acaso, yo en su lugar consultaría al médico de cabecera. Puede que al final, haya más taquipsianos de lo que se cree.

Ahí lo dejo, para que lo piense.

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