GLOSOLALIA

En esta vida, hay cosas que no se pueden escoger por mucho que uno crea tener derecho a hacerlo. A los padres, por ejemplo, no se les puede escoger. A los hermanos y hermanas tampoco. Ni a los primos y primas. Y menos a tu cuñado o a la suegra. Pero a quien será tu pareja, sí puede escogerse. Y cuando llega el momento decisivo de escoger o ser escogido hay que escoger también las palabras adecuadas para eliminar cualquier atisbo de duda. Puede que sea por eso por lo que tener don de lenguas resulta de vital importancia en la primera cita o en el primer encuentro cuerpo a cuerpo.

Mi actual pareja no sabía (y sigue sin saberlo) que en nuestra primera cita todas las palabras que salieron de mis labios las había escrito antes Alejandra Pizarnik en forma de versos. Estoy seguro de que esa fue la razón por la que fui escogido por mi pareja como compañero sentimental para compartir el resto de su vida. En cambio yo, sólo tuve oídos para las cuatro palabras que salieron después de sus labios acarminados: “Llévame a tu casa”.

Viendo la eficacia que conlleva la lectura, desde entonces procuro seleccionar con mimo todos y cada uno de los sustantivos, adjetivos, adverbios, artículos, sintagmas y complementos verbales que conforman la lengua castellana para incorporarlos a las conversaciones que mantengo con mi pareja (y con las parejas de algunos amigos, todo hay que decirlo).

Aunque no hay nada que garantice la perdurabilidad de una ilación sentimental, conocer en profundidad el significado de cada término y poseer un rico repertorio de verbos transitivos ayuda mucho a incrementar el lenguaje del amor (sobre todo en el tiempo).

Si se encuentra en proceso de enamoramiento o tiene intención de seducir al ser amado, le aconsejo por experiencia propia que arme un catálogo lingüístico prolijo en términos, definiciones y expresiones afines a temas específicos. Nada llena más rápido un corazón vacío que una selección exquisita de adjetivos calificativos. Gracias al ingente dominio de vocablos, la calidad de su relación se verá recompensada con creces cuando su pareja descubra en carne propia el deleite de posibilidades que ofrece el dominio de la lengua (especialmente entre las sábanas).

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