MALDITO FACEBOOK
Resulta que tengo varios perfiles en Facebook y yo sin saberlo. Alguien ha suplantado mi identidad y va diciendo por ahí lo que yo no quiero decir. O quizá sí, porque aún no sé a ciencia cierta el significado ni la intención oculta de los mensajes de mis otros perfiles en Facebook (que no son míos, insisto).
Me han dicho que voy diciendo que si esto, que si lo otro y lo de más allá. Pero no puedo confirmar nada ni negar la mayor porque, tal y como he dicho anteriormente, no compruebo lo dicho por quien pone palabras suyas en mi boca (que no es la mía, vuelvo a insistir).
Son muchos los que me paran por la calle para preguntar si es verdad lo que digo de ellos y que “si tengo cojones que se lo diga a la cara ahora que les tengo delante”. El ojo morado me lo han puesto dos veces en los últimos seis meses y yo sin saber a día de hoy quién es el que dice lo que yo no diría a nadie ni siquiera a sus espaldas.
Amigos y familiares recomiendan que denuncie a la policía. Pero me da miedo ir a comisaría porque seguro que hay otro perfil a mi nombre en Facebook que arremete contra los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, y con la vigente “Ley mordaza” es mejor andarse con cuidado (iba a escribir que es mejor ponerse de perfil, pero lo he tachado para no ser acusado de hacer chistes fáciles con juegos de palabras, que me han dicho que tienen mala prensa últimamente).
El caso es que estoy acojonado. Desde hace semanas apenas salgo de casa más que para tirar la basura. Compro todo por Internet. Desde el periódico La Razón hasta el papel higiénico (no busquen la relación porque no la hay). Al repartidor de Mercadona que trae la compra a domicilio le digo por el telefonillo que la deje en el portal, que ya bajo yo a por ella por si acaso también le da por ponerme el ojo morado (otra vez) por haber dicho algo contra el trabajo precario impuesto por las cadenas de supermercado que esclavizan al ser humano y plastifican los océanos ofreciendo productos envasados innecesariamente.
Así son las redes sociales. Creemos que nos conectan con los demás y con lo que realmente conectan es con la ira interior dispuesta a responder violentamente a todo lo que se dice sobre cada uno, sobre todos y sin que sobre de nada para nadie.