TODOS MIENTEN

Convivimos con la mentira desde que venimos al mundo. La madre que nos parió confió su hijo (la suya a usted y la mía a mí) a un desconocido de bata blanca en la sala de partos de un hospital y lo primero que hizo para recibirnos a la vida fue soltarnos una bofetada en el culo (a usted en el suyo y a mí en el mío).

Los médicos mienten al afirmar que el cachete se da para cerciorarse de que hemos llegado a la vida como hay que llegar, es decir, entre lágrimas. Creo que una caricia en las nalgas (por parte del doctor) y un gemido como respuesta (por parte del recién nacido) sería lo más adecuado, digo yo.

Según vamos creciendo, las mentiras continúan aderezando nuestro entorno con falsedades como la existencia del «Coco, que te comerá» o del «Hombre del saco, que te llevará» (a no sé dónde si no obedeces). Otra vez más, todo es mentira.
Después, está la creencia de tres Reyes Magos que vienen del lejano Oriente, la existencia del ratoncito Pérez y algunos años mas tarde, la mentira de la ceguera por exceso de masturbación. Una vez más, todo es mentira.
Normalizar inocentemente la mentira puede provocar que se interprete como verdad sin culpa ni remordimiento (lo que es peor). El nazi Joseph Goebbels llevó esta máxima a sus máximas consecuencias (permítanme la repetición cacofónica) y millones de arios creyeron su mentira a pies juntillas al tiempo que los talones de sus botas acharoladas marcaban el paso de la marcialidad hitleriana hacia un holocausto genocida y cultural. Por suerte, la historia y el tiempo pone a cada mentiroso en su lugar (en este último caso bajo tierra) y también por fortuna se pilla antes a quien miente que a un cojo (será porque es más fácil saber de qué pie cojea incluso estando sentado).
Por eso, prefiero ayudar a cruzar la calle a una persona con dificultad de movimiento que mover un dedo por aquellos que mienten con la normalidad de hacerlo cada cuatro años. Llegados a este punto, aconsejaría leer los programas electorales antes de acudir a votar para saber de verdad lo que hay de mentira en cada propuesta política. La lectura es el mejor antihistamínico contra futuros dolores de cabeza generados por la mentira de los candidatos a liderar la gestión pública. Y además, es el único método para ejercitar el pensamiento crítico ante iniciativas de dudosa viabilidad pagadas con dinero de nuestro bolsillo (tanto del suyo como del mío).
Aunque pensándolo fríamente, a lo mejor hay algo de verdad en lo que dicen de la ceguera por masturbarse demasiado. Últimamente he notado un aumento considerable de mis dioptrías. ¿Algún lector o lectora sabría decirme cuánto es «demasiado»?

Un Comentario

  1. alainagain

    leí recientemente una frase que me gustó, «la mentira te lleva lejos pero no te deja regresar». Mi teorieta es que la mentira es el único recurso realmente afilado del que disponemos (no tenemos garras, ni pelaje, ni colmillos, ni una gran velocidad ni fuerza, ni una visión, olfato o reflejos que se puedan comparar con los de los depredadores de los que tuvimos que defendernos). El resto, si quieres echarle un vistazo, lo cuento con menos gracia (qué se le va a hacer) aquí https://hechodemenos.wordpress.com/2017/08/13/miento/
    abrazo

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