ADIÓS, PLAYBOY
Me entero por el periódico que cierra Playboy. Sí, sí, esa revista que se lee con una mano. En el comunicado de prensa remitido por la directiva de la publicación, dicen que ha sido por culpa del corona virus. Maldita pandemia. Además de llevarse por delante a nuestros mayores, también se lleva nuestros mayores placeres.
La revista llevaba publicándose desde 1953, por lo que podría decirse que estaba en edad de alto riesgo. Y el capitalismo es como el virus, no tiene clemencia con los más vulnerables (en este caso, capitalismo y virus son sinónimos).
Parece ser que el problema venía de lejos. Según anticipó el mayor accionista de la compañía en una entrevista en 2013: “No estoy seguro de que el papel sea la mejor vía necesaria para comunicarnos con nuestros consumidores de aquí en adelante”. En aquel momento, no llegó a especificar quiénes serían sus consumidores “de aquí en adelante”. Pero quienes hemos sido consumidores “de atrás hacia aquí” somos más de papel que de pantalla digital (aunque ambas tipologías de usuario usemos necesariamente los dígitos para algo más que pasar páginas).
La historia de Playboy es la historia de varias generaciones. Desde su fundación, es la revista que más ha ido de mano en mano y también la más leída por las mismas manos frente a otras publicaciones similares. Cuando digo similares, me refiero a otras revistas de entretenimiento masculino (no hablo de la prensa rosa ni la amarilla cuyo contenido es oscuro casi negro).
Los dos aspectos que siempre han caracterizado a la revista y han llamado más la atención de sus lectores han sido su cuidada presencia exterior y su calidad interior, es decir, su portada y el póster a doble página. A lo largo de sus 67 años de vida han pasado por su exterior y por su interior (en ropa interior) actrices de la talla de Marilyn Monroe, Charlize Theron, Drew Barrimore o Pamela Anderson (mejor vigilante de playa que actriz, todo hay que decirlo). También cantantes como Madonna o Mariah Carey e incluso sex simbols como Marge Simpson luciendo su erótica silueta ambarina tan reconocible por niños y mayores.
Para finalizar la entrevista, el máximo accionista de la compañía editorial avanzó que “el plan estratégico será comercializar el nombre Playboy en casinos y clubes de todo el mundo como marca”. Lo que nunca llegará a saber el accionista es la gran marca que deja la revista Playboy en el universo, concretamente en la libídine del universo masculino.
Habrá que ir al quiosco a comprar el último número de la revista, corriendo.