TU SUERTE ES MI SUERTE
Hay personas dignas de hacer historia, otras llamadas a pasar a la historia y también hay seres a quien la historia juzgará y obtendrán como veredicto el olvido más insondable de la historia.
Lo mismo ocurre con nuestros recuerdos. Sólo permanecen en la memoria aquellos que forman parte de nuestra historia. Una historia personal que cada uno de nosotros desea recordar una y otra vez con la misma sentida alegría del preciso instante en el que se vivieron.
Sin embargo, el cerebro humano olvida. Y lo primero que olvida es lo malo.
Lo hace como mecanismo natural de autodefensa. Puede que sea esa la razón por la que pronto olvidamos aquello que nos dolió y, por mucho que nos esforcemos en evocarlo, nunca alcanzamos recordar cómo sucedió, ni cuándo, ni por qué.
El cerebro es el que decide que todo dolor es pasado y que el pasado debe dejar paso a un futuro mejor. Cuestión de supervivencia. Ni más, ni tampoco mucho menos.
El día de mañana trataremos de rememorar el presente y será la mente humana la que lo haya borrado. Puede que sin darnos cuenta, o quizá como producto de la incesante actividad del transcurrir de los meses. El presente que hoy vivimos tiene de bueno lo mismo que tiene de malo. Serán los recuerdos quienes decidan la permanencia de las vivencias emocionalmente positivas frente al dolor experimentado, que se convertirá en historia para siempre. En historia olvidada. Esa misma historia que juzgará para bien a quien hizo lo imposible para que siguiéramos vivos y aquella historia que hará olvidar en el tiempo a quienes nunca han casado presente con futuro.
Si la mente humana borra lo malo, lo hace por nuestro bien. Empezando por tu propio bien. Porque si a ti te va bien, a mí me irá bien.
“Su suerte es nuestra suerte”. Una frase que nunca olvidaremos a lo largo de la historia que nos quede por vivir.