HUMILDAD
La realidad está demostrando que el corona virus no entiende de fronteras, clases sociales, estatus económico, raza o religión. Tampoco entiende de partidos políticos, nivel intelectual, zonas geográficas, normas establecidas, costumbres arraigadas o tradiciones ancestrales.
La realidad está demostrando que nada humano le es importante. La economía no es importante. Ni la prima de riesgo, ni el IBEX 35, el Dow Jones o el Nasdaq y otros índices bursátiles que tan pronto suben como bajan y tanto montan-montan tanto como hicieron Isabel y Fernando (que en gloria estén).
Tampoco resulta importante acudir al trabajo a diario, ni al colegio o al instituto o la universidad de lunes a viernes. Ni los exámenes, ni los deberes, ni el suspenso o la matrícula de honor. No es importante la Liga de fútbol profesional, ni las Fallas de Valencia, la Semana Santa o la Feria de Abril. Tampoco es relevante el Eurogrupo, la Comisión Europea, el Parlamento Europeo, el Senado y sus senadores o los congresistas y sus congresos ya sean los del Mobile, los de Naciones Unidas o los de Arte Contemporáneo en IFEMA.
Todos los límites impuestos por el ser humano a lo largo de siglos de existencia, los ha derribado en tan solo unos días un ser minúsculo imposible de ver a simple vista, pero fácil de reconocer por el olfato y el sentido del gusto.
Puede que el virus nos esté diciendo (a su modo enfermizo de decir las cosas) que todos los límites del ser humano son inútiles. Al final, va a ser cierto que todos somos iguales ante la ley (ante la ley del más fuerte, quiero decir). Y el ser humano, no es tan fuerte como se cree. Por eso debemos cuidarnos los unos a los otros, para ser fuertes y ser aún más humanos.
A fin de cuentas, somos lo único importante.