EL HIJO QUE NO TENGO
Esta mañana, en el desayuno, el hijo que no tengo me ha preguntado cuál es el sentido de la vida.
–El sentido de la vida eres tú–he respondido como padre que no soy.
–Para ti, que soy tu hijo, yo doy sentido a tu vida. Pero como yo no soy padre, personalmente no le veo mucho sentido a la mía–ha replicado a mi argumento en un revés intelectual propio de un Rafa Nadal del pensamiento filosófico.
Hasta ese momento, nunca me había visto en una tesitura similar ni por asomo. He tardado tanto tiempo en reaccionar a la solidez de su razonamiento que sólo me ha salido argüir: Venga, deja de pensar en tonterías y termínate el desayuno que no tenemos todo el día.
En la hora de la comida, ha insistido en resolver su duda. Y al igual que ocurrió en el desayuno, tampoco he tenido respuesta salvo la de insistir nuevamente en que se terminase las patatas y en que tampoco teníamos todo el día.
Como padre que no soy, la falta de respuestas a las preguntas del hijo que no tengo es lo peor que puede suceder. Si hay alguien que debe dar respuesta a todas las necesidades de un hijo, debe ser un padre. Y, como llevo años buscando sin éxito la respuesta al sentido de la vida, por eso no me ha dado por tener hijos.
Puede que la verdadera respuesta sea que no hay respuesta y que además sea la única respuesta que pueda ofrecerle al hijo que no tengo. Nunca se sabe, la verdad. Del mismo modo que nunca se sabe la verdad.
–Si supiera cual es el sentido de la vida, no serías hijo mío. Ni yo sería tu padre–le he respondido durante la cena al hijo que no tengo en su tercer intento de resolver la duda existencial que le reconcome por dentro.
A juzgar por la sonrisa que ha dibujado mi respuesta en los labios de mi hijo y el destello de luz en su mirada, parece que he sabido responderle correctamente por primera vez en mi vida. ¿Será eso una señal para plantearme seriamente una futura paternidad?
Oye pues quien sabe a lo mejor es una señal, buena? ¿mala? vete tú a saber. Feliz Domingo.
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Jajajajajajaja, así es, quién sabe…jajajajaajajja Gracias Albina por tu comentario. Un fuerte abrazo!
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Jajajaja a buenas horas amigo. Mejor adopta un camaleón.
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jajajajajajajaja lo he leído deprisa y había entendido: «Mejor adopta un camión» jajajajajajajjajajaja
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