EL COLOR DEL DINERO
Hay momentos en los que la vida no cuadra. Tras el esfuerzo físico y mental dedicado diariamente a la obtención de ingresos por un lado, y al gasto implícito que conlleva la supervivencia por el otro, es el momento de equilibrar el balance. Y es en ese preciso instante cuando te das cuenta de que la vida no cuadra.
La duda sobre el fundamento de la existencia humana surge el día en el que se es consciente de que el “debe” y el “haber” son diferentes. O lo que es lo mismo, cuando lo que se ofrece no iguala a lo que se recibe, sino que lo supera con creces.
El “debe” no debería existir de haber existido un “haber” de antemano. Este hecho ha sido usado por el sector financiero desde sus orígenes para levantar un imperio al margen de la ética, la moral, la conciencia y la sensibilidad humanas. Para sus mentes cuadradas, todo aquello que no sea números redondos no forma parte de su estrecho entendimiento. Un banquero sólo piensa en blanco y negro, y únicamente interviene cuando los números son rojos. No le hables de matices grisáceos porque su oscura costumbre de hacer más ricos a los ricos implica convertir en blanco de su actividad inmoral a los pobres como usted y como yo, que vemos el mundo gris, matiz arriba o matiz abajo (es decir, céntimo arriba, céntimo abajo). Será por eso que nuestra vida mísera no cuadra y nuestra forma de vivir es un cuadrilátero donde luchamos por la supervivencia a base de recibir hostias, como un sparring de boxeo.
Puede que sea la forma cuadrada de la cotidianeidad lo que hace imposible rodar hacia delante, a diferencia de las cifras redondas en las que se mueven los privilegiados que, por el hecho de ser circulares, avanzan sin freno hacia el hedonismo irrefrenable.
Para que luego digan que las cifras económicas no tienen en cuenta las palabras. Lo que ocurre es que las usamos con un significado diferente. Por esa razón, donde debería vislumbrarse un futuro redondo para todos, no hay más que vidas que no cuadran dentro de un mundo con la forma de circunferencia de un globo (a punto de explotar). Qué raro es todo.