CUESTIÓN DE FE

La riqueza del castellano es tan suculenta como un puchero de garbanzos. Cuando crees saborear sustantivos a cucharadas, aparece un adjetivo repleto de matices y el paladar descubre una sensación desconocida hasta la fecha que transforma el instante lingüístico en un deleite gastrosemántico* único e inimitable.

*No se molesten en buscar el palabro gastrosemántico porque no existe, es invención propia.

Para quienes leemos diaramente, el placer de hallar una palabra ileída* anteriormente en las líneas del texto de un libro de narrativa, ensayo o poesía es lo más parecido a apreciar una especia oriental en una vichyssoise, un matiz oculto en un vino crianza o un aroma exclusivo en un queso Mimollete de Lille.

*No se molesten en buscar el verbo ileer porque no existe, es invención propia.

El hábito de la lectura, además de alimentar el alma, desarrolla el intelecto y favorece el resurgimiento de facetas ocultas en el ser humano. Las propiedades nutritivas de un adjetivo calificativo constituyen un aporte calórico indispensable para la supervivencia en momentos de carencia de conversación o de monólogos de bajo contenido en contenido (valga la redundancia). No hay nada como la ingesta de una novela de Stendhal, un relato de Carver o un ensayo de Montaigne para fortalecer el afecto tras un inesperado encuentro fortuito, incitar al amor en una primera cita o, simplemente, afianzar la amistad durante una conversación (lo más difícil de todo, por cierto).

Del mismo modo que está asumido socialmente el beneficio que proporciona realizar ejercicio físico con regularidad semanal, los médicos deberían prescribir igual número de horas a la lectura de libros. De esta manera, cuerpo y mente hallarían el equilibro tan deseado para la salud. Aunque, lamentablemente, la realidad contemporánea no responde a este precepto. Por eso, no es extraño encontrar cuerpos atléticos que demuestran poca sabiduría en el momento en el que se abre la boca o mentes brillantes ocultas en un cuerpoescombro*.

*No se molesten en buscar el sustantivo cuerpoescombro porque no existe, es invención propia.

Ya lo decía Juvenal en sus poemas satíricos: “Mens sana in corpore sano”. Un aforismo que, curiosamente, tiene más adeptos entre los asiduos a gimnasios que entre los usuarios de bibliotecas. Por lo visto, hoy en día se habla más latín en los gimnasios que en las iglesias. Cuestión de fe* (supongo).

*No se molesten en buscar el significado de la palabra fe. Aunque existe, está en desuso.

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