QUERIDO MARCELO:
A los pocos días de recibir tu carta a comienzos de julio, me llamó al móvil tu mujer. Dice que ha conocido en Torrevieja a un hombre que ha despertado en ella emociones que no siente contigo ni tan siquiera cuando erais novios y el mundo giraba a vuestro alrededor. Por los detalles extraídos de su conversación, la que gira ahora mismo entre las sábanas es ella. No voy a poner énfasis en el tamaño del punto exacto del cuerpo del hombre sobre el que está girando cada noche para no dañar tu masculinidad, pero imagínatelo.
Sabina, tu mujer, dice que te quedes con los tres niños. Que ella ya se ha quedado con ellos todos los fines de semana de vuestro matrimonio cuando tú tenías que salir de viaje a no sé donde. Dice que los fines de semana que se ha hecho cargo de los niños tras dieciocho años de matrimonio, suman una eternidad y que ya va siendo hora de que seas el padre que nunca fuiste de sábado a domingo.
El tema parece que va en serio, Marcelo. O sea, que será mejor que vayas pensando qué hacer con tu vida. En mi casa de soltero no hay sitio para ti ni para tus tres niños. Además, yo no tengo ni ganas, ni ánimo, ni tiempo para soportar tus neuras, que a día de hoy callaba por compasión, pero que ya no me sale de los cojones mantener en silencio. Llámame cabrón si quieres, pero desde que te enrollaste con mi novia del instituto en 1985 tenía ganas de devolverte la afrenta, y mira tú por dónde, el destino me ha puesto en bandeja la venganza y servida bien fría, cosa que agradezco porque llevo mal el calor veraniego.
Sabina dice que te busques un hotel, ya que el piso está a nombre de ella y se va a quedar con él. Además, también dice que la pensión la quiere en transferencia bancaria puntualmente cada primero de mes. “Ni un solo día de retraso, que hay poco tiempo que perder, mucho que gastar y no tengo el chichi pa’farolillos”, han sido las palabras que han salido de su boca.
Por cierto, el maromo con el que está ahora es socio de un bufete internacional de abogados que te hará la vida imposible si opones resistencia a sus demandas. Esto también me lo ha contado en la conversación telefónica después de decir lo del chichi pa’farolillos.
Como antiguo amigo, el único consejo que te doy es que cuides tu alimentación y hagas ejercicio, que ya estás en edad de riesgo y los disgustos del corazón afectan peligrosamente a las personas con problemas cardiacos, como es tu caso, y pasan olímpicamente de las recomendaciones médicas, como es tu caso, y desprecian su salud por zamparse una pizza familiar tres quesos con una lata de cerveza por ración, como es tu caso cada noche que Sabina no cocina para ti.
Del mismo modo que el destino me ha obsequiado esta dulce venganza después de 35 años, deseo que a partir ahora medites las consecuencias de tus actos. Como decía Pedro Navaja, “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”.
Hasta nunca, capullo.
Firmado, Anselmo.