COSAS DE NIÑOS
¿Por qué si te muerde un lobo te conviertes en hombre-lobo y en cambio, si te pica el gusanillo te da hambre? Es la pregunta lanzada por mi hijo de seis años en el desayuno de esta mañana. Anda, termínate el plátano que vamos a llegar tarde al colegio, he contestado esperando que el plátano sacie su hambre de conocimiento y mi respuesta satisfaga su duda (que ahora también es mía).
Intuyo que la pregunta de mi hijo nace tras el visionado de la película Spiderman en la que el joven protagonista adquiere poderes arácnidos tras ser inoculado con el veneno que almacena el bicho en sus quelíceros.
A su pregunta sobre la causalidad inexplicable de la Madre Naturaleza, que aún continúa sobrevolando mi cabeza, se han unido otras cuestiones de índole inverosímil se miren como se miren. ¿Por qué el oso-hormiguero se llama oso-hormiguero? ¿Acaso su padre es un oso y su madre una hormiga? ¿Es mejor saber mucho de poco o saber poco de mucho? ¿Por qué el BIC naranja escribe fino y el BIC cristal escribe normal?
La sucesión de misterios sin resolver está creciendo a pasos agigantados en el desánimo de mi ser desde esta mañana a la hora del desayuno. El caso es que llevo sin vivir en mí todo el día y parte de la noche, ya que son las tres de madrugada y aún no he pegado ojo hallando más preguntas sin respuesta que respuestas a alguna pregunta. ¿Será que la vida no tiene sentido o que el sentido de la vida no tiene sentido alguno?
Cuando se es padre de familia, el sentido a todo lo aportan los hijos. De ellos debemos aprender que para enseñar ya está la vida (concretamente la vida que ven ellos a través de su mirada).
Aquí lo dejo para que ustedes sean partícipes de las sombras que oscurecen mi día a día y al mismo tiempo aportan luz suficiente para iluminar las noches en vela.