EL TORNILLO DE IKEA

Si al montar un mueble de IKEA, sobra un tornillo, algo irá mal tarde o temprano.

No pretendo ser agorero, pero en la vida ocurre exactamente lo mismo. A cada hueco, le corresponde un tornillo. Es una evidencia tan irrefutable, que aquello que no encaja, queda fuera. Puede que por eso no resulte extraño ver cantidad de personas sueltas deambulando por la calle buscando atornillar su vida a este mundo.

Hallar nuestro lugar en el territorio que se ocupa no resulta tan fácil como fácil es encontrar el orificio donde insertar un tornillo en el armario Songesand de IKEA. Tampoco es sencillo el uso de la llave Allen para facilitar el proceso vital, a pesar de la simplicidad implícita de su manejo basado en girar y girar, o sea, en darle vueltas y más vueltas a las cosas.

Lamentable, la vida no tiene manual de instrucciones. Ni siquiera viene acompañada de un puñado de ilustraciones para entender con un solo golpe de vista la complicación del montaje que significa vivir con la presión que exige hacerlo hoy en día.

Lo que terminológicamente denominamos calidad de vida es sólo una comodidad concebida dentro de un Centro Comercial donde también se ubican el hogar, el trabajo y el ocio. Lo solemos llamar barrio, pero en realidad todo es una Gran Superficie. Y las Grandes Superficies no son grandes en tamaño por engrandecer nuestra pluralidad de elección sino por empequeñecerla, y al mismo tiempo por reducir el contenido del crédito de nuestra tarjeta bancaria a la mínima expresión.

El consumo homogéneo coarta la libertad tanto como una dictadura impide el disfrute de la heterogeneidad, la diversidad sexual-afectiva, la multipicidad lingüística o simplemente expresarse sin miedo a las consecuencias de palabras, obras y pensamientos.

En un mundo donde los mismos sectores ultraprivilegiados que demandan libertad y democracia son quienes exigen condena y dictadura para los sectores ultrahumildes, es normal que sobren tornillos. Por eso, tarde o temprano algo irá mal.

Al final será cierta la metáfora que cuando sobra un tornillo de IKEA lo que falta realmente es un tornillo a la sociedad.

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