ASINTOMÁTICO

Lo que siento por la mujer que me gusta de mi oficina tiene carácter asintomático. Es decir, al no demostrar por mi parte indicio evidente de enamoramiento, cada intento de contacto físico resulta infructuoso.

A pesar de haber dado positivo en todas las pruebas realizadas, especialmente en la de temperatura que se incrementa varios grados cuando ella invade mis pensamientos, ninguna otra cosa delata exteriormente mi estado emocional.

Los doctores y doctoras a quienes he consultado, tanto telefónicamente como presencialmente (previa cita), insisten en que la mejor medida es el confinamiento perimetral del corazón. Y recomiendan que, en caso de ser inviable, al menos mantener la distancia de seguridad (que cumplo rigurosamente desde que se decretó el estado de alarma pasional en el mismo momento en el que nos conocimos el pasado mes de marzo, que fue cuando se incorporó al trabajo como responsable de marketing relacional).

Respecto al uso de mascarilla, los expertos consultados no me han dicho nada, dando por hecho que aún no hemos hablado cara a cara. Al no cruzar palabra, la boca permanece cerrada sin riesgo de intercambio de frases que puedan contagiar el organismo llenando de mariposas el estómago o haciendo circular la sangre por las venas como si fueran autopistas de seis carriles e incendiando mis mejillas por combustión espontánea.

Compañeros de oficina comentan en los corrillos de la hora del café que mi caso es excepcional y que debería compartir con ella la emoción que me embarga cuando coincidimos en espacios cerrados, despachos sin ventilación o en reuniones de trabajo de no más de seis personas.

El caso es que transcurren los días, las semanas y los meses y la vacuna para mi desasosiego sentimental no termina de llegar a mi corazón. He preguntado a varias farmacéuticas del barrio y no saben darme respuesta fiable. Algunas afirman que estará disponible a comienzos de año y las menos optimistas que tras la época estival. Hasta que llegue ese día, tanto unas como otras aconsejan encarecidamente seguir los protocolos de especialistas en salud cardiológica, pero no veo que nada dé resultado en mi caso particular.

Si conocen un remedio casero o por experiencia propia saben de algún consuelo que alivie o disminuya la angustia de mi incertidumbre, no duden en hacérmelo saber cuanto antes ya que por mi edad estoy al límite de estar considerado persona de riesgo.

Y por favor, que se abstengan de dar consejos los negacionistas, que para negar la evidencia del desamor ya me valgo yo sólito. Gracias.

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