EL ACIERTO DEL ERROR
Vivir es un libro mal encuadernado. Los recuerdos son páginas que se van despegando de la memoria, si no se evocan con asiduidad.
Cada instante es tan efímero como frágil es el fresado de un tomo enciclopédico de más de 500 hojas. El anverso y el reverso del acto de rememorar reescriben el presente. Y lo hacen de tal manera que el momento vivido va desasiéndose poco a poco como si fuera la cola impresa del interior de la cubierta del primer volumen de los instantes inolvidables de una vida.
Todos guardamos en casa álbumes de fotos repletos de eventos estelares de nuestra historia personal, la única que importa. Pedazos del ayer, congelados en el espacio y en el tiempo (como la leyenda urbana del cadáver congelado de Walt Disney).
Curiosamente, existe un dicho popular que afirma que olvidar la historia condena a repetir los errores que se produjeron cuando los acontecimientos históricos pasaron a ser historia (o algo así). Pese a ello, el ser humano se empecina en repetir los errores propios y también los del prójimo. Se tropieza una y otra vez en la misma piedra (y a veces en la que tropezaron otros antes que nosotros), aunque la piedra sea de diferente tamaño o cambie de lugar.
Al final, la culpa de todo es de esos álbumes de fotos donde se inmortaliza la vida que sólo por el hecho de ser pasada creemos que fue mejor de lo que es el presente del que disfrutamos (o incluso que el futuro que ni siquiera existe).
Aquí les dejo esta sesuda reflexión para que la maduren por unos minutos y que no les hará mejores personas ni tampoco impedirá que cometan el mismo error una y otra vez. El ser humano se define por sus errores y el errar nos hace humanos.
Y si no les da por reflexionar, al menos lean mucho y hagan muchas fotos, eso también humaniza más que nada en la vida. Walt Disney lo sabía.