HIJOS DE PERRA
Que el ser humano es sociable por naturaleza está fuera de toda duda. Pero que el ser humano sea humano con otros seres ya es otra cuestión diferente. Por eso me congratula como ser humano amante de otros seres que los perros gocen a partir de ahora de la consideración de seres sintientes por ley*.
Esto significa que no podrán ser maltratados, abandonados, embargados, hipotecados o apartados del dueño/a en caso de divorcio recurriéndose a la custodia compartida en caso de separación. O sea, tal y como ocurre con los niños y adolescentes fruto de un amor en extinción por el paso de los años o producto del desgaste de tanto usarlo (como pregonaba Rocío Jurado).
Suena ampulosa la comparación, pero no lo es en la medida que hasta solo antes de ayer, los perros en lugar de seres sintientes eran considerados simplemente un objeto. El único perro/objeto que considero cosa es el perro de porcelana que venden en los chinos a tamaño natural y que todos reconoceríamos si emitiera esporádicos ladridos, el intermitente olisqueo y un perenne estado de gula.
Que hayamos tardado 2021 años en considerar (por ley, insisto) como parte de la familia a los animales de compañía cuando siempre dan más compañía que algunos miembros de la familia, dice mucho de la familia humana a la que pertenecemos tanto usted como yo.
Si don Quijote de La Mancha, el loco más admirado de la historia de las historias presumía de “galgo corredor” como se presume de un hijo, ¿en qué momento perdió el ser humano la cordura para creer que un perro era una cosa?
Puede que la nueva ley sobre el régimen jurídico de los animales nos haga entrar en razón y nos convierta a nosotros en seres sintientes y demos las gracias a los perros por considerarnos parte de su familia.
*Ley 17/2021, de 15 de diciembre, de modificación del Código Civil, la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento Civil, sobre el régimen jurídico de los animales.