NADA ES CASUAL

De pequeño quería ser médico, pero como tenía buena letra, no me dejaron. Al llegar la juventud, también quise ser pintor, pero el daltonismo congénito que padezco confundía a los galeristas de arte que al ver mi obra pictórica no entendían por qué el cielo que veían rojo era el azul celeste que veía yo.

Pronto tuve que sustituir los pinceles por la cámara de fotos que usé a modo de linterna en el oscuro camino de la expresión artística, pero nunca hallé el instante decisivo ni tampoco momento para aprender la diferencia entre ISO y ASA. 

Aposté a ser crupier en un casino de lujo, pero la dislexia jugó en mi contra y acabé perdiendo mi puesto de trabajo por dejar ganar antes a los tahúres que a la banca (y a los bancos).

Probé como periodista y el único titular que logré fue relegado a la penúltima página (concretamente entre la sección de esquelas y la de anuncios por palabras).

He ejercido labores de jardinero, peón de albañil, oficial tornero y conductor de autobús a tiempo parcial durante varios años completos (que suena contradictorio, pero no lo es). 

Tengo poca experiencia en muchas profesiones que es lo mismo que decir que valgo tanto para un roto como para un descosido. Lo malo es que a día de hoy ya nadie remienda nada y menos los errores. 

Por eso me dio por escribir y contar las historias de mis vidas y de las personas que invento en cada una de ellas.

Lamentablemente tampoco vivo de lo que escribo porque de “eso” no se vive. Pero escribir alimenta el alma, que es lo más parecido a disfrutarlo todo sin tener nada. 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s