MARIO VAQUERIZO

Esta mañana se ha sentado Mario Vaquerizo en la terraza del bar donde trabajo en un barrio incorporado de mi pequeña capital de provincias. Hablaba por el móvil, como despidiéndose de alguien. Cuando ha colgado, le he preguntado lo que suelen preguntar los camareros a los clientes que se sientan en una terraza, es decir, ¿una cañita? ¿un vermú? ¿un vino de aquí? Ante la indecisión en su respuesta, he vuelto preguntar con mucha confianza, como si nos conociéramos de toda la vida, que… por cierto… una cosita, ¿llegas o te vas? Ha respondido que el motivo era una visita rápida, por trabajo, unos días. Le he dicho que entonces se pierde mazo de cosas, que cómo se va a ir, muchacha (he añadido libremente), sin haber visto gran parte de las mejores obras de arte del mundo, o el Palacio de Riofrío, o la maravilla romana de España, la pensión de Antonio Machado, o los mayores jardines reales de toda la comunidad autónoma. ¿Y no has visto la Plaza Mayor? (he insistido con empecinamiento) ¿Y los pueblos de la provincia? Nena, apunta (he vuelto a añadir libremente): La Granja de San Ildefonso, Ayllón, Pedraza, Riaza, Sepúlveda, Maderuelo, Coca, Turégano… ¡¡¡jaaarrr¡¡¡ que me ahogo!!!… Cuéllar, Santa María la Real de Nieva, Fuentidueña… bueno, bueno, bueno, nena (he continuado con tono obstinado), y la naturaleza de la sierra: la Boca del Asno, los pinares de Valsaín, las hoces del Duratón, el hayedo la Pedrosa, el bosque de Riofrío, el soto de Revenga, y… otra cosa que no sabes: ¿Te has fijado en que todas las calles se encaminan hacia arriba, y que en ese punto en el que parecen unirse el cielo y la ciudad se levanta la catedral? No el Alcázar, sino la catedral. Es ese el lugar donde la luz brilla con más fuerza e ilumina a los humanos. Es la luz de la claridad. Hazme caso y quédate unos diiiiítas más por aquí.

Esperaba que, después de mi perorata, pidiera un vino de Sacramenia, un vermú Garciani o una cerveza artesana San Frutos. De haber sido así, yo hubiera respondido, eso está hecho nena, fetén, en cero-coma. En cambio, se ha levantado y se ha ido por donde ha venido con actitud galbanera.  Sin despedirse ni nada. Por no decir, no ha dicho ni gracias. Qué mal carácter tienen estos madrileños.

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