APRENDA A SER GRACIOSO EN TRES MINUTOS

Ser gracioso cada día es un esfuerzo sobrehumano. Lo sé porque yo trato de serlo escribiendo diariamente un artículo que les haga reír a ustedes y casi nunca lo consigo (iba a escribir nunca, pero he añadido la palabra “casi” para ser benevolente con mi ego y no me castigue con tres horas de insomnio esta noche).

Nadie cuestiona el poder del humor en nuestra sociedad actual. Los hombres graciosos tienen más éxito con las mujeres que les ríen sus gracias y las graciosas mujeres tienen más éxito entre los hombres a quienes caen en gracia. Graciosos y graciosas consiguen mejor mesa en los restaurantes, no hacen cola a las puertas de las discotecas de moda, logran asiento de primera clase en vuelos transoceánicos a precio de turista, son el centro de atención en las fiestas de cumpleaños, en las fiestas de empresa y en las empresas que cumplen años y por ello su sueldo es netamente superior al del resto de empleados. El gracioso de turno ejerce de padrino en bautizos, de padrino en el sacramento de la confirmación, de padrino en bodas, e incluso se acuesta con la novia en la noche de bodas (tanto los graciosos como las graciosas) sin que al novio le importe lo más mínimo.

Mi mujer me ha dicho que ha leído por ahí que el 98% de los responsables de recursos humanos de las empresas optan por ofrecer empleo a una persona graciosa frente a otra triplemente cualificada y con experiencia avalada por ingentes cartas de recomendación. Teniendo en cuenta la eficacia del relevante dato estadístico y mi actual estado de desempleado de larga duración, he seguido la recomendación de mi mujer y he comenzado a desarrollar mi faceta humorística por encima de la formativa y educacional con el objetivo de hacer reír a quien me contrate en un futuro próximo. Por esa razón, estoy siguiendo el método autodidacta de aprenderme todos los chistes de Gila, los gestos de Chiquito de la Calzada, los chascarrillos de Martes y Trece, vestir de la cabeza a los pies como Eugenio e ir silbando a todas horas las melodías de Gaby, Fofo y Miliki.

En cada entrevista de trabajo entro con una sonrisa de oreja a oreja y salgo con una promesa en forma de “ya te llamaremos si eso”. Con la de esta mañana ya van 285 entrevistas en 285 empresas diferentes desde el pasado mes de abril (de 2013). Por lo visto se ha corrido la voz de que hay un tío que cuenta unos chistes de puta madre en las entrevistas de trabajo y me están llamando día sí y día también con la excusa de cubrir un puesto para el departamento de marketing. Siempre acaban cogiendo al sobrino del director general que para eso es el sobrino del director general, pero todos reconocen entre las risas y carcajadas que les provoca mi sentido del humor que estoy triplemente cualificado y poseo experiencia avalada por ingentes cartas de recomendación.

Al finalizar mi jornada de entrevistas siempre regreso a casa con una decepción en lugar de una alegría. Por suerte, siempre me espera mi mujer en la puerta en ropa interior, aunque nunca sé si acaba de llegar a casa o se dispone a salir.

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